29 de abril de 2022

El poder de Dios

Sábado 30 de mayo de 2022

Jn 6, 16-21

Al atardecer de ese mismo día, en que Jesús había multiplicado los panes, los discípulos bajaron a la orilla del mar y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaúm, que está en la otra orilla. Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos. El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento.

Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo. Él les dijo: ‘Soy Yo, no teman’.

Ellos quisieron subirlo a la barca, pero ésta tocó tierra enseguida en el lugar adonde iban.”


COMENTARIO


Es cierto y verdad que a lo largo de sus años de predicación, el Hijo de Dios había llevado a cabo innumerables actos que llamamos extraordinarios porque, de verdad, se salían de lo que era ordinario. Así, desde lo que podríamos considerar simples (pero importantes para los afectados) curaciones de enfermedades como la lepra o la ceguera hasta llevar a cabo verdaderos exorcismos, no es poco lo que llevó a cabo Jesucristo por mandato directo de su Padre del Cielo, Dios Todopoderoso.

Sin embargo, ahora, por decirlo así, riza el rizo y da un paso más en la relación con aquellos que le seguían de más cerca, los Apóstoles. Y es que caminar sobre las aguas no es algo que se pueda ver todos los días a no ser que sea el mismo Dios hecho hombre quien lo lleve a cabo.



JESÚS, gracias por mostrar hasta dónde puede llegar el poder de Dios.



Eleuterio Fernández Guzmán

Lo que quiere Cristo

Mt 11, 25-30



Jesús dijo:

‘Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.

Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontraran alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.’


COMENTARIO


En algunas ocasiones el Hijo de Dios dice lo mismo que ahora nos dice. Y lo hacer porque, al parecer, había quien no acababa de entenderlo o, simplemente, no lo creía.


Debería tranquilizar nuestra alma saber que es Cristo quien escoge a quien revelar al Padre. Y es que, no en pocas ocasiones, se puede caer en el ansia de querer ser uno de los escogidos para conocer al Padre.


Por otra parte, es muy importante que nos diga Jesucristo que podemos acudir a Él con aquello que nos aflija y nos agobie. Y es que, como bien nos dice, la posible “carga” que de Él podamos recibir es, en todo caso, liviana...





JESÚS, gracias por expresar el amor que nos tienes de una manera tan palpable.



Eleuterio Fernández Guzmán

27 de abril de 2022

Una terrible verdad

Jn 3, 16-21


“Dijo Jesús:

‘Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él no es condenado, el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.


En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.


Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas.


En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.’”



COMENTARIO


Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que en este texto del Evangelio de San Juan (tan cercano a Cristo este Apóstol) se nos ofrecen dos caminos y se nos ofrecen sin duda alguna del ofrecimiento y para que nadie se lleve a engaño.

En varias ocasiones se dice: es posible aceptar o no aceptar a Cristo, al Enviado y Mesías y, en fin, a Quien Dios había acercado a la humanidad no para juzgarla (que para eso ya está el Todopoderoso) sino para que el mundo se salvase. Las consecuencias de aceptarlo o no son bien diferentes.

También podemos decir las cosas de forma muy sencilla: aceptar a Cristo y lo que eso supone es ganarse la vida eterna (según y cómo, claro está…) y rechazar a Cristo (cuando se le ha conocido, podemos decir) es alcanzar, cuando eso tenga que ser, la muerte eterna. Y ya está.



JESÚS, gracias por poner las cosas sobre la mesa y con tanta claridad.



Eleuterio Fernández Guzmán

26 de abril de 2022

La Luz no puede esconderse


Mt 5, 13-16

 

13 'Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.' 14 'Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. 15 Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. 16 Brille, así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.'”

 

 

COMENTARIO

 

Lo que dice, en este texto del Evangelio de San Mateo, el Hijo de Dios es más que importante. Y es que decirle a los discípulos lo que les dice es ponerlos, en el mundo, en una posición más que ventajosa para su espíritu.

 

La sal da sabor. Por eso, los discípulos de Cristo han de dar sabor al mundo porque el mundo es amargo y agrio. Por eso, la sal no puede dejar de ser sal porque no hay forma de volver a convertirla en sal.

 

Y ser luz del mundo quiere decir que la Palabra de Dios ha de difundirse y no puede quedar escondida debajo de ningún celemín. Y es que hacer eso supone no dar a conocer lo único que debe importar en la vida del hombre.

 

JESÚS,  gracias por ser Sal y por ser Luz.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

25 de abril de 2022

Enviados al mundo a predicar


Mc 16,15-20

“En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: ‘Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien’. 

Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.”

 

COMENTARIO

 

El Evangelio de hoy recoge el episodio de la Ascensión al Cielo del Hijo de Dios. Antes, sin embargo, ha de cumplir, digamos, la última misión consistente en enviar a los once Apóstoles al mundo a cumplir, ellos, con su especial misión de evangelizar.

 

Lo que dice Cristo es fundamental: quien, tras escuchar a los Apóstoles, crea, se salvará y no se salvará quien no crea. Es decir, el camino al Cielo queda, entonces, perfectamente trazado y no cabe duda alguna acerca de qué debemos hacer: creer y, entonces, aplicar eso a nuestra vida ordinaria.

 

Y, luego, la Ascensión al Cielo de Jesucristo. No iba allí para nada sino para seguir cumpliendo con su especial misión. Y ellos, por cumplir con lo dicho, andan por el mundo anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios.

 

JESÚS, ayúdanos a ser apóstoles de hoy.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

24 de abril de 2022

Creer, tener fe


Jn 20, 19-31


 

“19 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar  donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz con vosotros.’ 20  Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. 21      Jesús les dijo otra vez: ‘La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.’ 22 Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo. 23  A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.’ 24 Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: ‘Hemos visto al Señor.’ 25  Pero él les contestó: ‘Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.’ 26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: ‘La paz con vosotros.’ 27 Luego dice a Tomás: ‘Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.’ 28 Tomás le contestó: ‘Señor mío y Dios mío.’ 29 Dícele Jesús: ‘Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído’. 30 Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. 31 Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre”.


 

COMENTARIO

 

Se dice en este texto del Evangelio de San Juan que creyendo en el Enviado de Dios, en Dios hecho hombre, tendremos vida. Y es seguro que se refiere a la que más debemos valorar: la vida eterna.

 

Es verdad que no es nada extraño que hubiera quien, como Tomás, no acabase de creer lo que habían visto los demás. Por eso reacciona de la forma como reacciona cuando, en verdad, puede ver con sus ojos al Resucitado. ¡Ay, incrédulo!

 

Es cierto y verdad que aprovecha el Hijo de Dios para dar una definición de fe que es, exactamente, la perfecta: es feliz quien cree sin ver que es algo que deberíamos aplicarnos siempre y en cada día.

 

 

JESÚS,  gracias por decir con toda claridad qué es la fe.

 

Eleuterio Fernández Guzmán