Sábado 30 de mayo de 2022
Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo. Él les dijo: ‘Soy Yo, no teman’.
Sábado 30 de mayo de 2022
Mt 11, 25-30
Jn 3, 16-21
Mt 5, 13-16
13 'Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa,
¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y
pisoteada por los hombres.' 14 'Vosotros sois la luz del mundo. No puede
ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. 15 Ni tampoco se enciende
una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que
alumbre a todos los que están en la casa. 16 Brille, así vuestra luz delante de
los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre
que está en los cielos.'”
COMENTARIO
Lo que dice, en este texto del Evangelio de San Mateo, el Hijo de
Dios es más que importante. Y es que decirle a los discípulos lo que les dice
es ponerlos, en el mundo, en una posición más que ventajosa para su espíritu.
La sal da sabor. Por eso, los discípulos de Cristo han de dar sabor
al mundo porque el mundo es amargo y agrio. Por eso, la sal no puede dejar de
ser sal porque no hay forma de volver a convertirla en sal.
Y ser luz del mundo quiere decir que la Palabra de Dios ha de
difundirse y no puede quedar escondida debajo de ningún celemín. Y es que hacer
eso supone no dar a conocer lo único que debe importar en la vida del hombre.
JESÚS, gracias por ser Sal y por ser Luz.
Eleuterio Fernández Guzmán
Mc
16,15-20
“En aquel tiempo, Jesús se apareció a
los once y les dijo: ‘Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la
creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se
condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre
expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus
manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los
enfermos y se pondrán bien’.
Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó
a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando
el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.”
COMENTARIO
El Evangelio de hoy recoge el episodio de
la Ascensión al Cielo del Hijo de Dios. Antes, sin embargo, ha de cumplir,
digamos, la última misión consistente en enviar a los once Apóstoles al mundo a
cumplir, ellos, con su especial misión de evangelizar.
Lo que dice Cristo es fundamental: quien,
tras escuchar a los Apóstoles, crea, se salvará y no se salvará quien no crea.
Es decir, el camino al Cielo queda, entonces, perfectamente trazado y no cabe
duda alguna acerca de qué debemos hacer: creer y, entonces, aplicar eso a
nuestra vida ordinaria.
Y, luego, la Ascensión al Cielo de
Jesucristo. No iba allí para nada sino para seguir cumpliendo con su especial
misión. Y ellos, por cumplir con lo dicho, andan por el mundo anunciando la
Buena Nueva del Reino de Dios.
JESÚS, ayúdanos a ser apóstoles de hoy.
Eleuterio Fernández Guzmán
Jn 20, 19-31
“19 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por
miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los
discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz con
vosotros.’ 20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los
discípulos se alegraron de ver al Señor. 21 Jesús
les dijo otra vez: ‘La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os
envío.’ 22 Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu
Santo. 23 A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a
quienes se los retengáis, les quedan retenidos.’ 24 Tomás, uno de los Doce,
llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos
le decían: ‘Hemos visto al Señor.’ 25 Pero él les contestó: ‘Si no veo en
sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos
y no meto mi mano en su costado, no creeré.’ 26 Ocho días después, estaban otra
vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando
las puertas cerradas, y dijo: ‘La paz con vosotros.’ 27 Luego dice a Tomás:
‘Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y
no seas incrédulo sino creyente.’ 28 Tomás le contestó: ‘Señor mío y Dios mío.’
29 Dícele Jesús: ‘Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto
y han creído’. 30 Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas
señales que no están escritas en este libro. 31 Estas han sido escritas para
que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis
vida en su nombre”.
COMENTARIO
Se
dice en este texto del Evangelio de San Juan que creyendo en el Enviado de
Dios, en Dios hecho hombre, tendremos vida. Y es seguro que se refiere a la que
más debemos valorar: la vida eterna.
Es
verdad que no es nada extraño que hubiera quien, como Tomás, no acabase de
creer lo que habían visto los demás. Por eso reacciona de la forma como
reacciona cuando, en verdad, puede ver con sus ojos al Resucitado. ¡Ay,
incrédulo!
Es
cierto y verdad que aprovecha el Hijo de Dios para dar una definición de fe que
es, exactamente, la perfecta: es feliz quien cree sin ver que es algo que
deberíamos aplicarnos siempre y en cada día.
JESÚS, gracias por decir con toda claridad qué es la fe.
Eleuterio Fernández Guzmán