1 de diciembre de 2018

Un claro aviso en bien de nuestra salvación



Lc 21, 34-36

“Dijo Jesús a sus discípulos: 'Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, 35 como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. 36 Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.”

COMENTARIO

Lo que el Hijo de Dios pone sobre la mesa es algo que no siempre tenemos en cuenta. Y, siendo el caso que no es la primera vez que dice cosas así… en fin, resulta del todo extraño que siempre las sigamos.

Nos dice el Único Maestro que debemos tener muy en cuenta aquello que nos hace daño espiritual. Y es que, sí, es cierto que las cosas del mundo pueden llenar nuestro corazón pero lo hacen con vaciedad y, en realidad, de nada nos sirve de cara a nuestra salvación.

Algo muy importante debemos tener en cuenta: debemos velar. Y es que si no estamos siempre preparados es más que posible que se nos coja, digamos, “sin confesar” y eso no puede ser nada bueno para nuestra alma que puede llegar a presentarse ante el tribunal de Dios demasiado manchada.

JESÚS, ayúdanos a no dejar de velar para cuando seamos llamados.

Eleuterio Fernández Guzmán


29 de noviembre de 2018

Estar preparados


Lc 21,20-28

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación. Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que estén en medio de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no entren en ella; porque éstos son días de venganza, y se cumplirá todo cuanto está escrito.

¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Habrá, en efecto, una gran calamidad sobre la tierra, y cólera contra este pueblo; y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que se cumpla el tiempo de los gentiles. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación’”.


COMENTARIO

Jesús, por ser Dios hecho hombre, sabe y conoce todo lo que ha de suceder. Así, por ejemplo, en este evangelio nos habla acerca de lo que puede ser el fin del mundo, su transformación definitiva cuando vuelva a venir en su Parusía.

No es nada bueno, humanamente hablando, lo que ha de suceder. Habrá muchas catástrofes físicas porque todo habrá de cambiar para venir a ser algo nuevo. Muchas señales nos indicarán que llega el Hijo de Dios a juzgar a vivos y a muertos.

Sin embargo, aún quedará esperanza para aquellos que perseveren en la fe. Jesús nos dice, por eso mismo, que los que aún crean en Él y no hayan sucumbido al mundo y al Anticristo, sabrán que se acerca la liberación definitiva.


JESÚS, ayúdanos a perseverar en la fe.

Eleuterio Fernández Guzmán


27 de noviembre de 2018

Los que vienen en nombre de Cristo



Lc 21,5-11

En aquel tiempo, como dijeran algunos acerca del Templo que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: ‘Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida’. 

Le preguntaron: ‘Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?’. Él dijo: ‘Estad alerta, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato’. Entonces les dijo: ‘Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo
’”.


COMENTARIO

Estaba claro que aquel Maestro que había enseñado por los caminos y los pueblos, que se había cansado y hasta había llorado por sus amigos que sufrían, conocía lo que iba a suceder. Por eso profetiza acerca de lo que pasará, que acabará pasando, con el Templo de Jerusalén. Pero también habla de un final… final. Pero muchos han de venir, habrán de venir, diciendo que son Jesucristo y que vienen al salvar al mundo. Pero cuando llegue el momento, terrible si lo pensamos, del fin del mundo, otras cosas, antes, han de pasar. Por eso el Hijo de Dios nos pone sobre el aviso de qué va a suceder cuando todo se transforme. Todo lo que dice se ha de cumplir, palabra por palabra, porque lo dice Quien ya ha visto que ha de suceder y no otra cosa pasará. Entonces muchos comprenderán que todo lo que dicho ha pasado según lo dijo Quien lo sabía.

JESÚS, ayúdanos a fiarnos de lo que nos dices porque eres la Verdad.

Eleuterio Fernández Guzmán


25 de noviembre de 2018

Debemos saber qué es lo importante


Lc 21, 1-4

“1 Alzando la mirada, vió a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del Tesoro; 2 vio también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas, 3 y dijo: ‘De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos. 4 Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir’”.


COMENTARIO


Este texto del Evangelio de San Lucas aparece en diferentes momentos del Año Litúrgico. Tiene, sin embargo, el mismo significado que tiene todo que ver con la forma en que, a veces, vemos las cosas del espíritu y, sobre todo, relacionadas con la Voluntad de Dios. Y es aquella viuda (pensemos en la situación de la mujer que quedaba viuda y sin nadie que echara una mano) no tenía mucho. En realidad, no tenía más que aquello que había echado en el lugar donde se depositaban las limosnas. Y aquello le hace decir al Hijo de Dios que una mujer así, en aquellas circunstancias de vida, había echado mucho más que el rico que, de manera grandilocuente hacia lo propio pero con lo que le sobraba. Y aquella debía ser una lección que no deberían olvidar nunca: a Dios le importa la verdad del corazón y no la mera, simple y falsa, tantas veces, apariencia.


JESÚS,  ayúdanos a ser desprendidos con lo nuestro.


Eleuterio Fernández Guzmán

La Verdad es Cristo





Jn 18, 33b-37

“’¿Eres tú el Rey de los judíos?’  Respondió Jesús: ‘¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?’ 35 Pilato respondió: ‘¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?’ Respondió Jesús: ‘Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí.’ Entonces Pilato le dijo: ‘¿Luego tú eres Rey?’ Respondió Jesús: ‘Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.’ 38 Le dice Pilato: ‘¿Qué es la verdad?’ Y, dicho esto, volvió a salir donde los judíos y les dijo: ‘Yo no encuentro ningún delito en él”.


COMENTARIO

No podemos decir que el Hijo de Dios no tenga las cosas claras cuando habla a quien le pregunta, el Gobernador Pilato. Y es que quien tiene el mando en aquel territorio quiere saber. Al menos, podemos decir, no tiene la intención de condenar a Jesús sin haber oído qué tiene que decir aquel hombre a quien le han entregado. Y Jesucristo habla: es el Rey pero no un Rey cualquiera sino uno que tiene su reino no en este mundo sino, entendemos, en el otro. Por eso aquel hombre, que quería escuchar, de boca de la víctima de los que le tenían odio, sus palabras, acaba concluyendo que no tiene culpa alguna y quiere ponerlo libre. Pero…



JESÚS, pide a tu Padre por Pilatos, aquel pobre pagano que no supo comportarse como un hombre


Eleuterio Fernández Guzmán