18 de abril de 2020

Sólo creían viendo

Mc 16, 9-15

"Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con él, que estaban tristes y llorosos. Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron. Después de esto, se apareció, bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea. Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco creyeron a éstos. Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado. Y les dijo: 'Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación.'" 

COMENTARIO

Ciertamente, no es difícil de creer que aquellos que habían visto el final que había tenido su Maestro, no tuvieran nada claro que aquello que se les había dicho fuera verdad. Y es que sus corazones debían estar algo más que derrumbados. Y se escondían por miedo a tener un final similar al del Hijo de Dios.
Aquellos hombres, tuvieron que aceptar que Jesucristo les echara en cara que habían sido, o eran, incrédulos. Y es que, sin duda alguna, no creían a nadie que les dijera que habían visto al Maestro vivo.
Jesús, como es lógico, los comprende y perdona. Por eso envía a sus Apóstoles al mundo a anunciar que sí, que ha resucitado y que la Buena Noticia ha de ser transmitida.


JESÚS, gracias por cumplir con tu misión hasta las últimas consecuencias.

Eleuterio Fernández Guzmán

17 de abril de 2020

Y Cristo tuvo que insistir

Jn 21, 2-14
"Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dice: 'Voy a pescar.' Le contestan ellos: 'También nosotros vamos contigo.' Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.
Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Díceles Jesús: 'Muchachos, ¿no tenéis nada que comer?' Le contestaron: 'No.' Él les dijo: 'Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.' La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces. El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: 'Es el Señor'.Cuando Simón Pedro oyó 'es el Señor', se puso el vestido -pues estaba desnudo- y se lanzó al mar. Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos.
Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan. Díceles Jesús: 'Traed algunos de los peces que acabáis de pescar.» Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: 'Venid y comed.' Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: '¿Quién eres tú?', sabiendo que era el Señor. Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez. Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos."

COMENTARIO

Da la impresión de que el Hijo de Dios ha de convencer poco a poco a sus Apóstoles de que ha resucitado y de que está allí con ellos. Y es aquellos hombres eran algo duros de entendederas.
Ellos, pescadores, habían vuelto a sus labores habituales. En realidad, una vez se terminó, por decirlo así, su caminar con Jesucristo por los caminos de Israel, debían de hacer algo para llevarse el pan a la boca. Aún no confiaban todo lo que debían confiar en la Providencia de Dios.
Jesucristo, de todas formas, insiste con ellos: está allí y quiere volver a comer, como hiciera la primera vez que se les apareció en el Cenáculo. Quiere demostrarles que no es un fantasma sino que se real, de cuerpo entero, y está allí para que comprendan y para que aprendan.

JESÚS, gracias por insistir tanto con tus Apóstoles.

Eleuterio Fernández Guzmán

16 de abril de 2020

Todo se había cumplido


Lc 24, 35-48
"Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo: 'La paz con vosotros.' Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero él les dijo: '¿Por qué os turbáis? ¿Por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved, porque un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo.' Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como no acababan de creérselo a causa de la alegría y estaban asombrados, les dijo: '¿Tenéis aquí algo de comer?' Ellos le ofrecieron un trozo de pescado. Lo tomó y comió delante de ellos. Después les dijo: 'Éstas son aquellas palabras mías que os dije cuando todavía estaba con vosotros: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí.' Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras y les dijo: 'Así está escrito: que el Cristo debía padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día y que se predicaría en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas.'"

COMENTARIO

No podemos negar que cuando se dice que los Apóstoles estaban escondidos por miedo a los judíos era porque, de verdad, debían tener miedo a quienes, por haber matado al Maestro no iban a dudar lo más mínimo con hacer otro tanto con sus discípulos.
Cristo, de todas formas, había resucitado. Y se aparece ante ellos. Lo hace sin que se den cuenta, no llama a la puerta sino que, dada su nueva situación puede hacer lo que hace… y lo hace. Y les da la paz, la de Dios y no la del mundo. Y ellos se sorprende, seguramente.
El Hijo de Dios, una vez hecho eso, les muestra que no es un fantasma sino que puede comer. Y lo hace. Y les demuestra que todo lo que estaba escrito en las Sagradas Escrituras judías se había cumplido. Y ellos eran testigos, luego mártires, de todo aquello.

JESÚS, gracias por tranquilizar a tus Apóstoles y, así, a nosotros mismos.

Eleuterio Fernández Guzmán

15 de abril de 2020

Ver y creer

Lc 24, 13-55
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que dista sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó a ellos y caminó a su lado; pero sus ojos estaban como incapacitados para reconocerle. Él les dijo: «¿De qué discutís por el camino?» Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que han pasado allí éstos días?» Él les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles que decían que él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.»
Él les dijo: “¡Qué poco entendéis y cuánto os cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No tenía que ser así y que el Cristo padeciera para entrar en su gloria?” Y comenzando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le rogaron insistentemente: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Entró, pues, y se quedó con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su vista. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido al partir el pan.


COMENTARIO

No podemos negar que aquellos dos, que habían sido discípulos del Hijo de Dios, sabían que algo muy malo había pasado cuando lo vieron, seguramente, morir en la Cruz. Pero, al parecer, no lo tenían tan claro y su fe parecía, más bien, escasa.
Cuando Jesucristo les explica todo aquello de las Sagradas Escrituras judías sobre el Mesías, sobre cómo debía venir al mundo y morir luego, ellos no se dan cuenta de que es su Maestro quien les está hablando.
Ellos, cuando ver partir el pan a Jesucristo, caen en la cuenta de que sí, de que es su Maestro. Y entonces lo reconocen pero Él desaparece. Y ellos, ya no dudan más, se les han abierto los ojos y corren a la Ciudad Santa donde todo iba a empezar de nuevo, una nueva Creación de parte de Dios a través de su Hijo.

JESÚS, gracias por ser así con aquellos dos discípulos tan descreídos.

Eleuterio Fernández Guzmán

14 de abril de 2020

Y María Magdalena también vio y creyó


Jn 20,11-18
En aquel tiempo, estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: ‘Mujer, ¿por qué lloras?’. Ella les respondió: ‘Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto’. Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: ‘Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?’. Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: ‘Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré’. Jesús le dice: ‘María’. Ella se vuelve y le dice en hebreo: ‘Rabbuní’, que quiere decir ‘Maestro’. Dícele Jesús: ‘No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: ‘Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios’. Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.”

COMENTARIO

Podemos imaginar qué estaría pasando por el corazón de María Magdalena. Ella, que quería con todas sus fuerzas a Jesucristo había estado muy cerca de la Cruz. Lo había visto morir y ahora veía el cuerpo que no estaba…

Los ángeles no saben por qué llora la de Magdala pero sí que el Hijo de Dios ha resucitado y no comprenden que haya muchos que aún creen que Cristo está en aquel sepulcro.

Tampoco es difícil ver, con el corazón a Magdalena. Al principio no reconoce al Hijo de Dios pero luego, cuando se da cuenta de que es el Maestro que ha resucitado, que lo hecho como bien dijo muchas veces, no duda en correr hacia sus compañeros que están escondidos. 

JESÚS,  ayúdanos a creer en tu Resurrección.

Eleuterio Fernández Guzmán


13 de abril de 2020

No estar a bien con la Verdad



Mt 28, 8-15

“8 Ellas partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos. 9 En esto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: ‘¡Dios os guarde!’ Y ellas, acercándose, se asieron de sus pies y le adoraron. 10 Entonces les dice Jesús: ‘No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.’11 Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad a contar a los sumos sacerdotes todo lo que había pasado. 12 Estos, reunidos con los ancianos, celebraron consejo y dieron una buena suma de dinero a los soldados, 13 advirtiéndoles: ‘Decid: ‘Sus discípulos vinieron de noche y le robaron mientras nosotros dormíamos.’ 14 Y si la cosa llega a oídos del procurador, nosotros le convenceremos y os evitaremos complicaciones.’15 Ellos tomaron el dinero y procedieron según las instrucciones recibidas. Y se corrió esa versión entre los judíos, hasta el día de hoy.”

COMENTARIO

No podemos negar que a la hora de la verdad, de lo que pasó con la Resurrección del Hijo de Dios, no todo el mundo la vio de igual manera. Así, los hay que se alegraron y los hay que hicieron todo lo posible para que no se supiera nada.

Aquellas mujeres, como es lógico, hicieron lo que Jesús les dijo. Dieron, pues, aviso, a sus hermanos en la fe, de que debía ir a Galilea. Y es que allí iba a tener continuación la historia de la salvación.

Otros, sin embargo, que no creían conveniente que la verdad se supiese, trataron de esconderla lo más posible. Y, nos dice la escritura que, hasta el momento de ser la misma escrita, aquella era la versión que se tuvo de todo. Y, seguramente, hoy mismo sigue siendo la misma entre los judíos.



JESÚS,  gracias por aceptar todo lo que Dios quiso para ti.

Eleuterio Fernández Guzmán

12 de abril de 2020

¡Resucitó!


Jn 20, 1-9

“1 El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. 2 Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: ‘Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.’ 3 Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5 Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. 6 Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, 7 y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, 9 pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos”.

COMENTARIO

María Magdalena fue al Sepulcro porque quería terminar las labores de embalsamamiento que, por la llegada del sábado judío, no había podido terminarse. Y podemos imaginar la sorpresa que se llevaron las mujeres que allí acudieron al ver que la losa que tapaba el Sepulcro había sido corrida.

Ciertamente, aquellos Apóstoles no tenía mucha intención de creer a la mujer que les había dicho que no estaba el cuerpo de su Maestro. Y ellos mismos van a verlo, Pedro y Juan.

Lo más curioso es que, hasta entonces, no parecen haber creído en todo lo que les había enseñado y dicho el Hijo de Dios. Tuvieron que ver que su cuerpo no estaba para, entonces, creer. Y es que no sin razón muchas veces los había llamado Jesús hombres de poca fe.


JESÚS,  gracias por haber cumplido hasta el último de tus avisos espirituales.

Eleuterio Fernández Guzmán