28 de enero de 2012

Confiar, a pesar de todo, en Cristo










Sábado III del tiempo ordinario





Mc 4, 35-41





“Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: ‘Pasemos a la otra orilla’. Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con Él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: ‘Maestro, ¿no te importa que perezcamos?’.





Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: ‘¡Calla, enmudece! El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: ‘¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?’. Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: ‘Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?’.









COMENTARIO





En lo que muestra el texto de San Marcos no es lo importante el movimiento de las aguas sino el movimiento del corazón que duda, que tiene miedo ante la adversidad, que se deja dominar por lo mundano que le rodea, por lo que sólo ven sus ojos.





Este texto nos ofrece una verdad evidente: ante lo incierto, ante las desviaciones que pueden producirse en nuestra vida por las acechanzas del Maligno, en todas sus formas, ¿cómo reaccionamos? A veces no confiamos en Jesucristo.





Muchas veces la fe se sustenta por el sutil hilo de nuestro mismo existir, es decir, está directamente relacionada con nuestro acaecer, y eso, querámoslo o no, es bastante triste porque supone que, en realidad, la fe que tenemos en la Providencia de Dios es bastante mejorable.







JESÚS, tus apóstoles tenían miedo humano y por eso se preocupan. De haber confiado más en ti no se habrían preocupado de nada de lo que les estaba pasando. Y tal es, muchas veces, nuestra actitud.











Eleuterio Fernández Guzmán





27 de enero de 2012

¿Cómo es el Reino de Dios?

Viernes III del tiempo ordinario


Mc 4, 26-34


“En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: ‘El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega’.

Decía también: ‘¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra’. Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.

COMENTARIO

La forma de hablar de Jesús al común de sus seguidores era la utilización de la parábola porque, era lógico, no entendiesen muchas veces lo que quería decirles y tenía interés verdadero en enseñarles.

Por ejemplos que son fáciles de comprender. Así, por ejemplo, suele comparar el Reino de Dios con elementos de la vida ordinaria como, por ejemplo, el campo, la siembra y la siega de lo que se ha plantado. Por eso el Reino de Dios va creciendo en el corazón del creyente y, desde allí, se vierte al mundo.

También es el Reino de Dios como aquello que es pequeño, que se aposenta en el corazón y, poco a poco, va haciéndose más grande y llenando la vida toda de quien así lo admite en su vida. Y así entendían sus seguidores lo que quería decirles y aprendían la santa doctrina de Cristo.

JESÚS, enseñas en parábolas porque, en muchas ocasiones, no somos capaces de comprender lo que nos dices. Sin embargo, con inmensa paciencia, no cejas en el intento de que entendamos que el Reino de Dios eres Tú mismo.


Eleuterio Fernández Guzmán

26 de enero de 2012

Sobre el Año de la Fe






En su momento, en la homilía de la Santa Misa, Benedicto XVI dijo que “Precisamente para dar un renovado impulso a la misión de toda la Iglesia de conducir a los hombres fuera del desierto en el cual muy a menudo se encuentran hacia el lugar de la vida, la amistad con Cristo que nos da su vida en plenitud, quisiera anunciar en esta Celebración eucarística que he decidido declarar un ‘Año de la Fe’, que ilustraré con una carta apostólica. Comenzará el 11 de octubre del 2012, en el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará el 24 de noviembre del 2013, Solemnidad de Cristo Rey del Universo. Será un momento de gracia y de compromiso por una cada vez más plena conversión a Dios, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con gozo al hombre de nuestro tiempo”. 

Así lo hizo con la Carta apostólica “Porta fidei” que fue dada a la luz el 11 de octubre de 2011.
El Santo Padre, ante las dudas que alguien pudiera tener acerca de la necesidad de convocar un año referido exactamente a prestar atención a la fe, dice (3) lo siguiente:
No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf. Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn4, 14). Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos (cf. Jn 6, 51). En efecto, la enseñanza de Jesús resuena todavía hoy con la misma fuerza: ‘Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna’ (Jn6, 27). La pregunta planteada por los que lo escuchaban es también hoy la misma para nosotros: ’¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?’ (Jn 6, 28). Sabemos la respuesta de Jesús: ‘La obra de Dios es ésta: que creáis en el que él ha enviado’ (Jn 6, 29). Creer en Jesucristo es, por tanto, el camino para poder llegar de modo definitivo a la salvación.
El católico, por lo tanto, no puede ni debe permitir que su fe quede muerta en un cajón de su corazón. No cabe, tampoco, esconderla bajo el celemín para gozar de ella cada cual sino, muy al contrario, dar luz a la fe para que quien no crea, crea y quien crea, lo haga en profundidad y teniendo su fe como muy importante para su vida y su existencia.
Ya sabemos, por otra parte, la importancia que tiene, para Benedicto XVI, la denominada Nueva Evangelización. Es nueva porque los tiempos actuales requieren que se anuncie el Evangelio de acuerdo a las necesidades espirituales de los mismos y es Evangelización porque es obligado, para un católico, llevar a los que no la conocen o parece que la han olvidado, la Buena Noticia.
A su vez, la Congregación para la Doctrina de Fe se vio en la obligación de emitir una Nota acerca de lo que tal año supone con respecto a las indicaciones pastorales se refiere. En la misma se dice que el Año de Fe o, en el año de la Fe, se deberá tener en cuenta que:
1.-Se llevará a cabo una Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (octubre 2012) sobre el tema “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.
2.-Se alentará las peregrinaciones a la Sede de Pedro de los fieles católicos.
3.-Se invitará a los fieles a dirigirse con particular devoción a María como imagen de la Iglesia.
4.-En la Jornada Mundial de la Juventud a celebrar en julio de 2013 en Río de Janeiro se difundirá entre los jóvenes la importancia que tiene su fe para ellos para sus vidas.
5.-Se promoverá la realización de “simposios, congresos y reuniones de gran escala” para difundir testimonios de la fe y el “conocimiento de los contenidos de la doctrina de la Iglesia católica”.
6.-Se ofrecerá a todos los fieles católicos la oportunidad de conocer en profundidad los documentos del Concilio Vaticano II y se promoverá el estudio del Catecismo de la Iglesia Católica.
7.-Se acogerán con atención “las homilías, catequesis, discursos y otras intervenciones del Santo Padre” con la voluntad de transmisión de las enseñanzas del Vicario de Cristo y Sucesor de Pedro.
8.-Se promoverá, de forma intensa y especial la “restauración de la unidad entre todos los cristianos” como corresponde a la celebración de un año dedicado, muy especialmente, a la fe.
Una vez finalice el Año de la Fe, el 24 de noviembre de 2013, en la celebración de la Santa Misa, el Santo Padre renovará solemnemente la profesión de fe.


Eleuterio Fernández Guzmán


Publicado en Análisis Digital

No esconder la fe



Jueves III del tiempo ordinario

Mc 4,21-25

“En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: ‘¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga’.

Les decía también: Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará’.

COMENTARIO

Jesús sabía que predicar para que nadie llevara a cabo lo que se supone que seguían no era un comportamiento adecuado para quien se decía discípulo suyo. Al contrario, la fe es para llevarla allí donde es necesitada.

Lo que, en realidad, conviene a la Fe y a la transmisión de la misma es que sea demostrada en todo aquello que llevamos a cabo y que, por lo tanto, no la escondamos bajo el celemín de nuestra vida con un comportamiento egoísta y fuera de lugar para un hijo de Dios.

Dice Jesús que tenemos que tener en cuenta nuestra forma de actuar porque según hagamos así lo tendrá en cuenta Dios que es bueno pero, también esto es cierto, es justo. Además, a quien tiene poca fe creyendo que tiene mucha se le quitará porque tal fe no es la que Dios quiere que se tenga.



JESÚS, advertías que no se puede tener fe y, luego, esconderla, porque no es la forma de actuar que conviene a un hijo de Dios. Esconder la fe bajo el celemín y ocultar tal luz al mundo es algo que, por desgracia, hacemos muchas veces por simple respeto humano.




Eleuterio Fernández Guzmán

25 de enero de 2012

Enviados para la salvación eterna


 

La Conversión de san Pablo, apóstol







Mc 16, 15-18





“En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: ‘Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien’.







COMENTARIO





No se limitó Jesús a escoger apóstoles sino que les dio una misión que cumplir y que llevar a cabo porque, de no haberlo echo así, de poco habría servido su venida al mundo.





Les envía con una clara advertencia: hay que bautizarse para poder salvarse. No lo dice de otra forma sino exactamente así. Por eso añade que el que no crea, se condenará y la condenación es, exactamente, eterna.





Lo bueno y benéfico que se hace se lleva a cabo en nombre de Jesucristo. Tanto expulsar demonios como hablar en lenguas nuevas y todo lo que dice Jesús que harán los que crean en Él no son más que pruebas efectivas de que creer en Cristo es algo más que seguir a un Maestro: es, exactamente, creer en Dios que todo lo puede.











JESÚS, enviaste a tus apóstoles a evangelizar el mundo con el bautismo y la creencia en ti. Conviértete y cree en el Evangelio eran, y son, las premisas que cumplir para salvarse eternamente. Es una pena que, en muchas ocasiones, las dejemos de lado y nuestra conversión no sea diaria.











Eleuterio Fernández Guzmán







24 de enero de 2012

Liturgia











Como lo litúrgico es algo, para el católico, común de su vida de fe, es más que probable que se tenga, tal aspecto de la misma, como uno que lo sea de importancia relativa por eso de saberlo, entre nosotros, como algo cotidiano.



Sin embargo, la liturgia no deja de ser, a pesar de su ordinaria vivencia, o a lo mejor por eso mismo, un aspecto fundamental de nuestra vida como creyentes.



A primeros de noviembre de 2010, con motivo de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Italiana, Benedicto XVI, en un mensaje dirigido a la misma, indicó que “El auténtico creyente, en toda época, experimenta en la liturgia la presencia, la primacía y la obra de Dios”.



Por tanto, para poder ser considerado, legítimamente, creyente en Dios, se ha de reconocer que la liturgia, o mejor, en ella, Dios está presente y, por lo tanto, se ha de comprender que a través de la misma Dios ha de ser lo primero para nosotros y, también, lo que Dios hace por nosotros.



Pero no sólo eso, que ya es importante por esencial, sino que también es “Veritatis splendor, acontecimiento nupcial, pregustación de la ciudad nueva y definitiva y participación en ella; es vínculo de creación y de redención, cielo abierto sobre la tierra de los hombres, pasaje del mundo a Dios; es Pascua, en la Cruz y en la Resurrección de Jesucristo; es el alma de la vida cristiana, llamada al seguimiento, reconciliación que mueve a la caridad fraterna”.



Estas palabras del Santo Padre nos sirven para conocer lo que, en especial, es la liturgia dentro de proceder católico. Así tenemos un conocimiento esencial de la misma.



Al respecto de lo es la liturgia, el teólogo, liturgista y consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Nicola Bux, a la pregunta “¿Qué es la liturgia y por qué es tan importante para la Iglesia y para el pueblo cristiano?” responde que “La sagrada liturgia es el tiempo y el lugar en el que seguramente Dios sale al encuentro del hombre. Por tanto, el método para entrar en relación con él es precisamente el de rendirle culto: Él nos habla y nosotros le respondemos; le damos gracias y Él se comunica a nosotros. El culto, del latín colere, cultivar una relación importante, pertenece al sentido religioso del hombre, en toda religión desde tiempos inmemoriales.



Para el pueblo cristiano, la sagrada liturgia y el culto divino realizan por tanto la relación con cuanto tiene de más querido, Jesucristo Dios – el atributo sagrada significa que en ella tocamos su presencia divina. Por esto la liturgia es la realidad y la actividad más importante para la Iglesia.”



Por tanto, la liturgia católica supone el momento de encuentro entre Dios y su criatura y es a través de ella cuando lo divino entra en nosotros para transformar nuestro corazón de piedra en uno de carne.



Pero con la liturgia no sólo nos relacionamos con Dios a nivel individual o personal sino que, como bien dijo el Santo Padre en un discurso al congreso de la diócesis de Roma en junio de 2010 “es necesario que, en la liturgia, aparezca con claridad la dimensión trascendente, la dimensión del Misterio del encuentro con el Divino, que ilumina y eleva también la dimensión 'horizontal', es decir, el lazo de comunión y de solidaridad que se da entre quienes pertenecen a la Iglesia".



Relación, pues, con Dios desde nosotros mismos y relación entre los hermanos en la fe que nos sabemos hijos de Dios y miembros de la Iglesia católica. Tal es y supone la liturgia.



No extrañe, por eso, que haya llevado a cabo una reforma o, mejor, una confirmación de la posibilidad de práctica del llamado Rito Extraordinario de la Santa Misa (Pues nunca ha estado derogado) y también que haya incentivado aspectos como el de recibir la comunión de rodillas y en la boca porque ha de considerar que el respeto al Creador se manifiesta mejor tanto de una forma, con el Rito llamado Extraordinario como con lo referido a la comunión.



Por eso cuando Benedicto XVI exhortó a los obispos a “vivir de la liturgia” no debería ser, tal llamada, algo ajeno al resto de fieles porque relacionarse con Dios y hacerlo de forma gozosa ha de ser, para cada uno de nosotros, algo obligado por libre.

 
 
Eleuterio Fernández Guzmán
 
 
Publicado en Acción Digital




























Cumplir la voluntad de Dios


 



Martes, 24 de enero de 2012





Martes III del tiempo ordinario





Mc 3, 31-35





“En aquel tiempo, llegan la madre y los hermanos de Jesús, y quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: ‘¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan’. Él les responde: ‘¿Quién es mi madre y mis hermanos?’. Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: ‘Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre’.







COMENTARIO





Aquellos que no habían comprendido lo que Jesús había venido a hacer al mundo no entendían, muchas veces, ni lo que decía ni a qué ese refería. Seguían con sus pensamientos mundanos y a ellos se referían cuando hablaban con el Maestro.





Cuando María y algunas personas acuden a ver a Jesús es lógico que aquellos que lo estaban escuchando le dijesen que habían venido a buscarlo. Seguramente sabían que se estaba metiendo en un buen lío diciendo aquello que decía y que lo mejor era que se fuera a su casa.





Sin embargo, Jesús sabía que su misión era transmitir la voluntad de Dios y que por eso había venido al mundo. Dice, por eso mismo, que quien la cumple es, en verdad, hermano suyo porque se comporta como un hijo debe comportarse con un Padre.







JESÚS, los que te escuchaban no acababan de comprender que tu voluntad era la de Dios y que, por eso mismo, se tenía que cumplir la del Creador. Otra forma no había, ni hay, para entrar en el definitivo Reino de Dios.











Eleuterio Fernández Guzmán







23 de enero de 2012

Jesucristo, Rey



Lunes III del tiempo ordinario


Mc 3, 22-30

“En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: ‘Está poseído por Beelzebul’ y ‘por el príncipe de los demonios expulsa los demonios’. Entonces Jesús, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: ‘¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa. Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno’. Es que decían: ‘Está poseído por un espíritu inmundo’.

COMENTARIO

A Jesús se le atacaba de muchas formas. Por lo que hacía o por lo que decía siempre había alguien esperando para echar sobre sus espaldas algún agravio contra la Ley, que decían, de Dios.

Esta vez fueron demasiado lejos. Aseguraban que Jesús hacía lo que hacía por ser un enviado de Satanás y que no se podía tener en cuenta lo que llevaba a cabo.

Aquello era ir, directamente, contra el Espíritu Santo. Dice Jesús, entonces, que todo se perdona menos la blasfemia contra la Tercera Persona de la Santísima Trinidad porque es ir contra el aliento de Dios que lo creó todo y dio vida al hombre.


JESÚS,  cuando te atacaban diciendo que eras enviado del Maligno no sólo iban contra ti sino contra Dios mismo porque, a través de su espíritu, conformó todo lo que existe. Tampoco nosotros debemos blasfemar contra el espíritu santo con lo que hacemos o decimos.



Eleuterio Fernández Guzmán


22 de enero de 2012

Seguir a Cristo voluntariamente

Domingo III (B) del tiempo ordinario


Mc 1,14-20

“Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «’El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva»’ Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: ‘Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres’. Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras Él.

COMENTARIO

Jesús conocía a la perfección la misión que le había encargado su Padre: dar a conocer que el reino de Dios había llegado a la tierra y que era conveniente creer en él para salvarse.

Jesús va llamando a sus apóstoles. Aquellos hombres, muchos de ellos pescadores de peces se iban a convertir en pescadores de hombres o, lo que es lo mismo, en personas que transmitirían la Palabra de Dios para que fuese aceptaba por el hombre que la escuchara.

Todos, sin duda alguna, lo dejan todo: trabajo, familia y todo lo que, hasta entonces, era su vida ordinaria. Y lo dejan todo por aquel hombre que, de repente, pasa por sus vidas y quiere quedarse en ellas para siempre.

JESÚS, escogiste a los que creías te serían fieles. Ellos supieron verte y conocerte y lo dejaron todo para irse contigo. Entre el mundo y Tú escogieron, como María (la hermana de Lázaro), la mejor parte.



Eleuterio Fernández Guzmán