10 de septiembre de 2011

Caritas in Veritate - II - El hoy del desarrollo humano


Desde un punto de vista cristiano, el desarrollo supone, es, algo más que un mero avance económico o tecnológico. No es, por tanto, la expresión de un ir más allá de lo que se tiene sin ninguna intención más.

Muy al contrario, desarrollo es, ante todo, solución de los problemas que acucian a cada vez más personas: “el hambre, la miseria, las enfermedades endémicas y el analfabetismo” (Cv 21)

Sobre esto ya tenía dicho Jesucristo, o más bien pensado y aplicado a la realidad, que no tiene demasiada importancia que existan ricos sino que lo que venía a destacarse es qué hacían tales personas con su riqueza.

Pues esto es lo que busca el desarrollo: solución a situaciones que, actualmente, se están viendo agravadas por la crisis galopante por la que estamos pasando.

De aquí que Benedicto XVI entienda que “La ganancia es útil si, como medio, se orienta a un fin que le dé un sentido”. Además, “El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza” (Ídem anterior)

Hasta aquí lo que podemos considerar general de la ley cristiana sobre el desarrollo.

Sobre el tema de la segunda parte de la, hasta hoy, última encíclica del Santo Padre, para que el desarrollo pueda llamarse de tal forma tiene que ser auténtico e integral. Dicho de otra manera, para que sea auténtico ha de ser integral y afectar, además de a aquellos que lo procuran, a aquellos que lo necesitan por estar en peor situación pues, a tenor de de lo dicho en la Constitución pastoral Gaudium et spes (sobre la Iglesia en el mundo actual) “El hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social”)

Y dice “el hombre” y no una parte de la humanidad en exclusiva.

Sin embargo, el caldo de cultivo del pensamiento actual no colabora, precisamente, en que pueda llevarse a cabo tal sentido del desarrollo económico. Aquel se fundamenta, sobre todo, en la existencia de un “eclecticismo cultural” (Cv 26) según el cual todas las culturas existentes son equivalentes. Así, y en realidad, ninguna tiene valor de por sí por lo que el relativismo conforma de tal forma del modo de pensar que al  querer aplicar modelos económicos propios a otros ajenos se produce una clara contraposición entre unos y otros y no hay, digamos “trasvase” de desarrollo quedando anquilosada la economía de muchas naciones.

Por otra parte, Benedicto XVI incide en un tema que, en cuanto al desarrollo tiene sentido. Es el referido al “respeto a la vida”.

Puede parecer, esto dicho, muy alejado del desarrollo económico... No lo está, sin embargo, tanto como puede pensarse.

Así, vida y políticas antinatalistas (muy de moda hoy día en las naciones “desarrolladas”) se contraponen muy claramente y traen, como consecuencia que, “si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social” (Cv 28, extracto del Mensaje para la Jornada de la Paz de 2008)

No obstante, la importancia que tiene el respeto a la vida, no lo es menos el escaso respeto que se tiene por la libertad religiosa que también tiene una importancia vital en el desarrollo.

Cuando se niega tal derecho se produce una “promoción programa de la indiferencia religiosa o del ateísmo práctico por parte de muchos países (Cv 29) Entonces se sustraen “bienes espirituales y humanos” que muy bien pueden colaborar en el desarrollo que, como ha quedado dicho supra, ha de ser “integral”.

Resulta, pues, de todo punto necesario que “los diferentes ámbitos del saber humano sean interactivos, con vistas a la promoción de un verdadero desarrollo de los pueblos” (Cv 30)

Esto lo que, en concreto, quiere decir es que “la valoración moral y la investigación deben crecer juntas” (Cv 31)

En realidad, tal forma de proceder o, mejor, procediendo de tal forma, “a la fe, a la teología, a la metafísica y a las ciencias” permite encontrar su lugar dentro de una colaboración al servicio del hombre.

Así, se “trata de ensanchar la razón y hacerla capaz de de conocer y orientar estas nuevas e imponentes dinámicas, animándolas en la perspectiva de esa ‘civiliación del amor’ de la Cual Dios ha puesto la semilla en cada pueblo y en cada cultura” (Cv 33)

Sólo falta hacerla fructificar.




Eleuterio Fernández Guzmán


Caritas in Veritate - I - La vocación de progreso de Pablo VI


Ya dice Pablo VI, en el punto 2 de su Populorum progressio, que “En sus grandes encíclicas Rerum novarum, de León XIII; Quadragesimo anno, de Pío XI; Mater et magistra y Pacem in terris, de Juan XXIII —sin hablar de los mensajes al mundo de Pío XII— nuestros predecesores no faltaron al deber que tenían de proyectar sobre las cuestiones sociales de su tiempo la luz del Evangelio.


Bien podemos decir, entonces, que la doctrina papal no ha estado alejada, precisamente, de la cuestión social.


Tampoco podía darle de lado Benedicto XVI. Por eso ha hecho pública su encíclica Caritas in Veritate (Cv) en la que hace una referencia muy especial (a más de 40 años de su publicación) de la de Pablo VI, citada arriba.


Es que no se puede negar que Pablo VI tenía una clara vocación de progreso. Así lo refleja el Santo Padre en su carta encíclica sobre la Caridad y la Verdad.


Por mucho que se quiera tergiversar la figura del Papa Pablo por obras suyas como, por ejemplo, la encíclica Humanae vitae, de 1968, bien cierto es que, como dice Benedicto XVI “La relación entre la Populorum progressio y el Concilio Vaticano II no representa una fisura entre el Magisterio social de Pablo VI y el de los Pontífices que lo precedieron, puesto que el Concilio profundiza dicho magisterio en la continuidad de la vida de la Iglesia (Cv 12)


Por eso, no se trata de que se distinga entre lo dicho antes y después del CV II sino “una única enseñanza, coherente y al mismo tiempo siempre nueva” (Cv 12)


Por tanto, y por eso mismo, “la Populorum progressio, insertada en la gran corriente de la tradición, puede hablarnos todavía, hoy, a nosotros” (Cv 12)


Por otra parte, algo muy importante nos dice el Santo Padre que para Pablo VI era, es, el progreso.


Lejos de un ansia desenfrenada de tener y de avanzar por avanzar, para el anterior Santo Padre, autor de la Populorum progressio, es, exactamente, una vocación.


Como tal vocación tiene sus propias características que, en aplicación de la doctrina cristiana, la hace buena si se considera en su justa medida.


Dos elementos descubre Benedicto XVI en el progreso como vocación:


1.-“Nace de una llamada trascendente”


2.-No puede darse su sentido por si misma, por provenir de una llamada trascendente.


Por eso, “No hay, pues, más que un humanismo verdadero que se abre al Absoluto en el reconocimiento de una vocación que da la idea verdadera de la vida humana” (Populorum progressio 42)


Por eso, una llamada trascendente, la vocación del progreso, requiere una manifestación de voluntad hacia la misma tal vocación que, además, “hace libre a la persona” (Cv 17)


Tal libertad es importante en cuanto, parafraseando a Jesús, el “sábado está hecho para el hombre” y no al revés. De aquí que Pablo VI supiera entender que, aunque “las estructuras económicas y de las instituciones” fueran muy importantes para el progreso no era la libertad del ser humano la que estaba sometida a aquellas sino, en todo caco, el revés. De aquí que Benedicto XVI diga (Cv 17) que “sólo si es libre, el desarrollo puede ser integralmente humano; sólo en un régimen de libertad responsable puede crecer de manera adecuada”.


Por otra parte, como sabemos, la Iglesia católica tiene una visión de conjunto del mundo que la hace, por eso mismo, universal, tiene, también, una visión del desarrollo que abarca a todo hombre y a “todos los hombres”.


Tal es, como dice Benedicto XVI, el mensaje central de la Populorum progressio y sí tenemos que tenerlo en cuenta: el progreso o es para toda la humanidad o no deja de ser un simple avance que, además, no conviene al hombre.


No vaya a creerse, por otra parte, que el desarrollo no tiene su envés: el subdesarrollo.


En atención a lo dicho por Pablo VI, Benedicto XVI nos hace mención (Cv 19) de las causas del subdesarrollo. Son las siguientes:


1.-La voluntad, que se aparta de la Verdad de Dios.


2.-El pensamiento que “no siempre sabe orientar adecuadamente el deseo.
3.-La falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos.


Para finalizar, es necesario hacer notar que en esta primera parte de la encíclica Caritas in Veritate dice Benedicto XVI algo que resulta muy importante reconocer: “La sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos pero no más hermanos”.




Eleuterio Fernández Guzmán

Hacer no es decir

Sábado XXIII del tiempo ordinario

Lc 6,43-49

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca.

‘¿Por qué me llamáis: ‘Señor, Señor’, y no hacéis lo que digo? Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada. Pero el que haya oído y no haya puesto en práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue grande la ruina de aquella casa’".

COMENTARIO

Según dice Jesús del corazón del hijo de Dios sale aquello que se hace. Así, si es bueno no puede salir nada bueno y si es malo otra cosa que no sea malo puede salir. Del corazón salen las obras y, por eso mismo, conviene que rebose de amor y de misericordia.

Escuchar lo que dijo e hizo Jesucristo es fácil. Hacer lo que dijo que había que hacer es deber para un discípulo suyo pero, en no pocas ocasiones, se lleva a cabo justamente lo contrario de lo que el Hijo de Dios entiende bueno y benéfico para nuestra vida.

Tenemos, por lo tanto, que construir nuestra vida sobre la roca firme que es Cristo. Sobre tal roca nuestra existencia ha de ser fructífera y no se vendrá abajo bajo el peso del mundo o de lo que nos pueda pasar. Edificar en Cristo es, para un discípulo suyo, lo único que debería pensar hacer.



JESÚS, construyendo nuestra vida haciendo nuestra tu doctrina y aquello que con hechos demostraste es la única forma de ser, en verdad, discípulos tuyos. Ni somos capaces de cumplir siempre con la voluntad de Dios ni, a veces, queremos hacerlo.



Eleuterio Fernández Guzmán

9 de septiembre de 2011

Pecados de uno mismo

Viernes XXIII del tiempo ordinario

Lc 6,39-42

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: ‘¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo discípulo que esté bien formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo’, no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano’”.


COMENTARIO

Es bien cierto que tenemos la humana tendencia de mirar al prójimo por encima de nuestro hombro y que solemos, con cierta facilidad, ver sus defectos e, incluso, tratar de corregirlos dando consejos que no deberían darse.

Sin embargo somos, también, muy dados, a no prestar atención a nuestras faltas espirituales y a nuestros pecados. Dios ha de querer, al contrario, que mejoremos nuestra forma de ser y que seamos misericordiosos con aquellos que tantas veces zaherimos.

Es mucho lo que se nos puede echar en cara da parte del Creador y, por eso mismo, se nos pide que, en primer lugar, sanemos nuestra vida antes de ponernos a ser salvadores de otros. Y es que, a veces, es tan grande la viga que tenemos que no la vemos.


JESÚS, conoces muy bien la naturaleza humana de tus hermanos en la fe y, por eso mismo, aconsejas sanar lo que podamos tener enfermo y, luego, en todo caso, tratar de ver las faltas de los demás porque una cosa es querer corregir fraternamente a quien ha cometido algún pecado y otra, muy distinta, querer tapar con eso los nuestros.





Eleuterio Fernández Guzmán

8 de septiembre de 2011

Nace María, colaboradora de la salvación

El Nacimiento de la Virgen María





Mt 1,1-16.18-23




“Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engrendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David.

David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.

Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

La generación de Jesucristo fue de esta manera: su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: ‘José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en Ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados’. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: ‘He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel», que traducido significa: "Dios con nosotros’”.


COMENTARIO

Quizá pueda resultar extraño que el calendario litúrgico establezca para el día en el que celebramos la Natividad de María, la Madre de Dios, el texto referido al nacimiento de Jesucristo. Pero, además de que los caminos de Dios son inescrutables también es cierto que tienen bastante sentido.

Jesús y María tienen mucho que ver con la historia de la salvación de la humanidad a manos de Dios, Creador suyo pero, además, Padre Bueno y Misericordioso. Por eso tiene mucho que ver que tanto el Hijo como la Madre estén unidos por este lazo de realidad sobrenatural.

Nace Jesús y nace María porque los dos son necesarios para salvarnos y para que nos sean perdonados nuestros muchos pecados. Tanto el Hijo como la Madre están juntos en la voluntad de Dios como instrumentos espirituales de salvación y sanación del pecado.


JESÚS, tu Madre, a quien tanto amas, nace un día que celebramos hoy. En realidad poco importa que fuera un día como éste o fuera otro sino que, lo que es radicalmente crucial es que su nacimiento lo fuera para que Tú vinieras al mundo. Todo estaba previsto en el Plan de Dios y vuestros nacimientos van unidos de la mano del Padre para que todos seamos salvos.




Eleuterio Fernández Guzmán


Nota: la imagen que ilustar el comentario es de Murillo y corresponde a la Natividad de la Virgen.

7 de septiembre de 2011

Bienaventurados

Miércoles XXIII del tiempo ordinario

Lc 6,20-26

“En aquel tiempo, Jesús alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: ‘Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.

‘Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto. ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas’”.


COMENTARIO

La Ley de Dios, dijo Cristo, había venido a hacerla cumplir. No quería derogarla porque tal no podía ser su misión. Y así proclama las bienaventuranzas que son como la perfección de la Ley y, sin dejar de tener valor los Mandamientos de Dios, acerca su sentido al corazón del creyente.

Todas las personas que se sienten entre algunos de los grupos de bienaventurados a los que hace referencia el Mesías podían sentirse felices y vivir gozosamente. Esos pobres que, en verdad, lo son; los que lloran, los que se saben perseguidos por odio a Cristo…

Y, sin embargo, Jesús no deja de llamar la atención a los que se creen en la seguridad de seguir la Ley de Dios porque la han transformado y adaptado a sus necesidades y conveniencias tergiversándola hasta límites no permisibles por el Creador. Tales personas deberían saber que Dios no puede querer que tal se actúe con su Ley.


JESÚS, eran, son, bienaventurados los que te siguen y cumplen con la Ley de Dios. Aquellos que lloran o que son pobres y que son perseguidos porque te siguen y cumplen la Ley de Dios serán los que reciban, en el definitivo Reino de Dios, el gozo del Amor del Padre.





Eleuterio Fernández Guzmán

6 de septiembre de 2011

Apóstoles y discípulos

Martes XXIII del tiempo ordinario

Lc 6,12-19

“En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.
Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.”


COMENTARIO

Jesús vino porque tenía una misión que cumplir y que no era otra que transmitir la Palabra de Dios al mundo y, así, para que se cumpliera la voluntad del Creador y su Ley. Sabía, así, que tenía que escoger a un grupo de personas que le ayudaran a llevar a cabo tales menesteres.

Eligió a doce porque, seguramente, quería representar con ello a las 12 tribus de Israel, pueblo escogido y elegido por Dios para llevar su Palabra a la humanidad. Escogió, también, a hombres.

Sabían, aquellos que le seguían, primeros discípulos de Cristo, que no era una persona más y, ni siquiera, un sabio más de los que entre ellos predicaban. Reconocían en su persona a Quien tenían que venir y por quien el pueblo elegido estaba esperando muchos siglos. Le seguían porque creían en Él, porque tenían fe.



JESÚS, escogiste a los que quisiste. Ellos tenían, por delante, una labor muy importante que llevar a cabo y, aunque, como sabemos, te abandonaron en el momento más difícil de tu Pasión serían los que llevasen la Palabra de Dios al mundo. Nosotros, por nuestro lado, no deberíamos olvidar que somos, por eso mismo, apóstoles modernos, de ahora mismo.





Eleuterio Fernández Guzmán

5 de septiembre de 2011

Misericordia de Cristo

Lunes XXIII del tiempo ordinario

Lc 6,6-11

“Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero Él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: ‘Levántate y ponte ahí en medio’. Él, levantándose, se puso allí. Entonces Jesús les dijo: ‘Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla’. Y mirando a todos ellos, le dijo: ‘Extiende tu mano’. Él lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.

COMENTARIO

Que se ofusquen aquellos que tergiversan la Ley de Dios para adaptarla a sus humanas necesidades es cosa natural porque no se puede espera que los que quieren que se hagan a su conveniencia actúen de otra forma.

Procuran, tales personas, el mal para Jesús porque no pueden admitir que una persona a las que siguen muchos de los suyos se manifieste de forma tan claramente contraria a lo que hacen. No les viene bien que se diga la verdad de las cosas.

Jesucristo sólo puede actuar de forma misericordiosa al igual que Dios con todos nosotros. No puede entender cómo es posible que cuando hay una persona que lo está pasando mal se le deba dejar en tal situación por no ser el día “apropiado” para curar. Tal forma de actuar no es, precisamente, la de Dios Padre y Creador.


JESÚS, ser misericordioso y actuar en defensa de quien te necesita es una forma muy tuya de ser. Por eso muchos te tenían cierta manía y querían perseguirte pues no te venías atrás porque algún determinado precepto humano impidiese hacer ciertas cosas en determinados días. Si el sábado es para el hijo del hombre, no otra cosa podías hacer cuando notabas cierta necesidad.


Eleuterio Fernández Guzmán

4 de septiembre de 2011

Con Cristo

Domingo XXIII (A) del tiempo ordinario

Mt 18,15-20

“En aquel tiempo, Jesús dijo a los discípulos: ‘Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano. Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

‘Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos’”.


COMENTARIO

La corrección fraterna es una forma de actuar recomendable para el discípulo de Cristo. Al igual que Jesús corrigió, en determinadas ocasiones, a los que le seguían, tenemos que hacer aquellos que decimos seguir su mensaje y practicar su doctrina.

Jesucristo prometió estar con nosotros hasta el fin de los tiempos. Así lo cumple cuando, por ejemplo, oramos en su nombre y nos dirigimos a Dios a través de Su Hijo.

Dios escucha a los que piden. Tal es así que Jesús les dice que lo que aten quedará atado y lo que aten, quedará desatado. Así, el Creador se manifiesta como un Padre que escucha a sus hijos y que tiene en cuenta todo lo que dicen.


JESÚS, querías que aquellos que te seguían cumpliesen la Ley de Dios y, en aplicación de la misma, lo que tú hacías y decías. Por eso, en cuanto a la corrección, para reforzarla, les dices que todo quedará atado o desatado porque, en realidad, Tú eres Dios mismo. Por eso no podemos hacer caso omiso a lo que nos dices.


Eleuterio Fernández Guzmán