3 de noviembre de 2023

Ser bueno, también, en sábado...

Lc 14, 1-6


"Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Delante de Él había un hombre enfermo de hidropesía. Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: '¿Está permitido sanar en sábado o no?' Pero ellos guardaron silencio. Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo sanó y lo despidió. Y volviéndose hacia ellos, les dijo: 'Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca en seguida, aunque sea sábado?' A esto no pudieron responder nada."

COMENTARIO 

Como es de esperar cuando Dios baja al mundo y es Jesucristo, hecho hombre, es difícil que se le pueda coger en un renuncio espiritual. Es más, lo que debemos esperar es que sea Él quien coja en muchos renuncios espirituales a según qué personas.

Lo que aquí pasa es que el Hijo de Dios destapa con toda claridad la hipocresía de aquellos que no permitían hacer determinadas cosas en sábado cuando ellos mismos no son capaces de responderle a Cristo que no sacarían a su hijo o a su buey de un pozo en el que hubieran caído si lo hubieran hecho en sábado porque, claro, les hubiera importado nada el día que fuera...

En realidad, callando ante aquella pregunta de Jesucristo lo que hacen es otorgar que lo que dice es verdad y, por tanto, que a lo mejor no eran tan clara la Ley ni debía estar admitida por Dios si en sábado no se podía beneficiar misericordiosamente a alguien que lo necesitase...

JESÚS,  gracias por ser bueno, misericordioso y claro. 

Eleuterio Fernández Guzmán

1 de noviembre de 2023

Bienaventurados seamos


Mt 5, 1-12a

"Seguían a Jesús grandes multitudes, que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.
Al ver la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a Él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:

'Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron'".

COMENTARIO

Aunque en el Evangelio de San Lucas también se recogen las Bienaventuranzas, digamos, de una forma más concentrada, el caso es que el espíritu que vive en las de Lucas y las de Mateo es el mismo: Cristo vino al mundo a establecer, de verdad, la Ley de Dios.

Todo lo que el Hijo de Dios nos dice en este texto muy conocido de San Mateo tiene todo que ver con lo que debemos querer y anhelar que no es otra cosa que nuestra salvación eterna. 

Nosotros debemos querer ser felices, bienaventurados, como aquí nos dice Jesucristo porque es la única manera, la única salvo otra Voluntad de Dios a nuestro respecto, de vivir siempre junto al Todopoderoso en el Cielo.

JESÚS,  gracias por marcarnos el camino hacia Ti de forma tan clara. 

Eleuterio Fernández Guzmán 

31 de octubre de 2023

Una forma de decir las cosas más que buena

Lc 13, 18-21


"Jesús dijo:

'¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas'. Dijo también: '¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa'”.

COMENTARIO 

Cualquiera podría decir que el Reino de Dios ha de ser inmenso porque otra cosa no se puede esperar de una realidad así. Y, sin embargo, el Hijo de Dios, siempre yendo más allá de lo que podemos imaginar, nos dice algo que es verdad.

Cuando habla Jesucristo del Reino de Dios lo hace pensando en cómo se adentra en los corazones de los hijos del Todopoderoso. Por eso pone dos ejemplos que todo el que escuchara entendería porque eran ejemplos de a vida ordinaria.

Sí, el Reino de Dios es tan pequeño como un grano de mostaza o un poco de levadura. Y es que siendo, digamos, poca cosa, acaban siendo mucho cuando es aceptado por aquellos a los que está destinado. 

JESÚS, gracias por hablarnos en un lenguaje sencillo. 

Eleuterio Fernández Guzmán