Lc, 1, 11-20. 24
11 Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. 12 Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él. 13 El ángel le dijo: 'No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; 14 será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, 15 porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, 16 y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, 17 e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, = para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, = y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.» 18 Zacarías dijo al ángel: = '¿En qué lo conoceré? = Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad.' 19 El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. 20 Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.' 24 Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses".
COMENTARIO
El caso de Zacarías, que suponemos era persona creyente en Dios y en su poder, es bien curioso. Como solía suceder en aquellos tiempos, al parecer no bastaba la palabra de un Ángel porque aquel hombre no estaba convencido de que su mujer, a la que llamaban estéril, porque lo era, pero con mala sombra dicho aquello por parte del personal, iba a concebir un hijo.
Podemos imaginar al Ángel un poco enfadado con aquel hombre. Y sí, le da una señal, que es lo que seguro quería Zacarías: lo deja mudo hasta que nazca la criatura. Y es que quien pide señales, a lo mejor, las tiene…
Aquello es algo más que un episodio, digamos, a tener en cuenta. Y es que lo mismo le pasó a una joven llamada María y ella respondió con fe y creyendo lo que decía el Ángel Gabriel. Y, claro, el resultado fue muy otro.
JESÚS, gracias por hacer lo que se debía hacer en cada caso particular.
Eleuterio Fernández Guzmán