10 de abril de 2020
Oración a las tres de la tarde del Viernes Santo
Oración a las tres de la tarde del Viernes Santo: Somos hermanos con Cristo; y lo somos hasta cargar con nuestra cruz o cruces, y nuestra humanidad se siente recompensada sabiendo que camina junto al Hijo de Dios.
9 de abril de 2020
Servir como Cristo sirvió
JUEVES SANTO
Jn 13, 1.4-15
“1 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús
que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los
suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo 4 se levanta de la
mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. 5 Luego echa
agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos
con la toalla con que estaba ceñido. Llega a Simón Pedro; éste le dice: ‘Señor,
¿tú lavarme a mí los pies?’ 7 Jesús le respondió: ‘Lo que yo hago, tú no lo
entiendes ahora: lo comprenderás más tarde.’ 8 Le dice Pedro: ‘No me lavarás
los pies jamás.’ Jesús le respondió: ‘Si no te lavo, no tienes parte conmigo.’ 9
Le dice Simón Pedro: ‘Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la
cabeza.’ 10 Jesús le dice: ‘El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo
limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.’ 11 Sabía quién le iba a
entregar, y por eso dijo: ‘No estáis limpios todos.’ 12 Después que les lavó
los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: ‘¿Comprendéis lo que
he hecho con vosotros? 13 Vosotros me llamáis ’el Maestro’ y ‘el Señor’, y
decís bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado
los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. 15 Porque os
he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con
vosotros."
COMENTARIO
En
realidad, todo lo que pasó en aquel primer Jueves Santo de la historia de la
salvación tiene un significado que va mucho más allá de lo que a simple vista pudiera
significar. Y es que, al parecer, había quien no podía entender que el Maestro
hiciera lo que un sirviente debía hacer como era aquello de lavar los pies.
Lo
que hace el Hijo de Dios tiene mucho de lección espiritual, si lo podemos decir
así. Y es que quería que aprendiesen que lo mismo que había sabido servir a sus
Apóstoles lavándoles los pies, lo mismo deberían hacer ellos.
Es
verdad que ellos saben que sí, que Jesús es al Maestro y es el Señor. Por
tanto, son conscientes de que es el Mesías enviado por Dios Todopoderoso. Y,
entonces, deberán actuar en consecuencia.
JESÚS, gracias por decir las cosas como debían ser dichas.
Eleuterio Fernández Guzmán
8 de abril de 2020
Las cartas sobre la mesa
Mt 26, 14-25
“14 Entonces uno de los Doce, llamado Judas
Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, 15 y les dijo: ‘¿Qué queréis darme,
y yo os lo entregaré?’ Ellos le asignaron treinta monedas de plata. 16 Y desde
ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle. 17 El primer día
de los Azimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: ‘¿Dónde
quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?’ 18 Él
les dijo: ‘Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: “El Maestro dice: Mi
tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos.”‘ 19
Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.
20 Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. 21 Y mientras comían, dijo: ‘Yo
os aseguro que uno de vosotros me entregará.’ 22 Muy entristecidos, se pusieron
a decirle uno por uno: ‘¿Acaso soy yo, Señor?’ 23 El respondió: ‘El que ha
mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. 24 El Hijo del hombre se
va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es
entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!’ 25 Entonces preguntó
Judas, el que iba a entregarle: ‘¿Soy yo acaso, Rabbí?’ Dícele: ‘Sí, tú lo has
dicho.’ 26 Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y,
dándoselo a sus discípulos, dijo: ‘Tomad, comed, éste es mi cuerpo.’”
COMENTARIO
No
podemos negar que el texto del Evangelio de hoy lo pone todo negro sobre blanco
para que nadie se lleve a engaño. Es decir, no hay duda alguna de que el Hijo
de Dios sabe todo acerca de lo que va a pasar y eso le hace decir lo que dice.
Judas
vende a su Maestro por una paga irrisoria porque ni todo el oro del mundo
habido y por haber valdría para pagar ni un solo segundo de la vida de Jesucristo.
Pero los hombres, más mundanos, se arreglan enseguida.
Seguramente,
el Hijo de Dios, conociendo a la perfección lo que iba a pasar no duda lo más
mínimo en decirle a Judas lo que ya sabía el traidor que había hecho y confirma,
así, que todo se iba a cumplir como estaba escrito.
JESÚS, gracias por tener un aplomo tan grande en tales
momentos.
Eleuterio Fernández Guzmán
6 de abril de 2020
Dar gloria a Dios
Jn 12, 1-11
“1
Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a
quien Jesús había resucitado de entre los muertos. 2 Le dieron allí una cena.
Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. 3 Entonces
María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de
Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume. 4
Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: 5 ‘¿Por
qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los
pobres?’ 6 Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era
ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. 7 Jesús dijo:
‘Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. 8 Porque pobres siempre
tendréis con vosotros; pero a mí no siempre tendréis.’ 9 Gran número de judíos
supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también por
ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. 10 Los sumos
sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, 11 porque a causa de él
muchos judíos se les iban y creían en Jesús.”
COMENTARIO
Como bien nos dice San Juan, aquel hombre de nombre Judas
era un ladrón y el dinero que podía costar el perfume de María se lo quería
quedar Él. Al parecer no comprendía nada de lo que estaba pasando allí.
Aquella mujer, María, estaba agradecida a su amigo
Jesús porque le tenía un cariño que no siempre se ha llegado a entender. Pero
allí había quien quería tergiversar las cosas y llevar el agua a su molino.
Jesucristo, sin embargo, que conocía más que bien
cuál iba a ser el final de su vida humana, sabía que María glorificaba a Dios
con aquella acción. Y eso valía mucho más que todas las advertencias venidas de
corazones falsos.
JESÚS, gracias por dar a entender la verdad de las cosas.
Eleuterio Fernández Guzmán
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