Mt 25, 14-28
“14 ‘Es
también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó
su hacienda: 15 a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual
según su capacidad; y se ausentó. 16 Enseguida, el que había recibido cinco
talentos se puso a negociar
con ellos y
ganó otros cinco. 17 Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. 18 En
cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el
dinero de su señor. 19 Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos
siervos y ajusta cuentas con ellos. 20 Llegándose el que había recibido cinco
talentos, presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me entregaste;
aquí tienes otros cinco que he ganado.’ 21 Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo
bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra
en el gozo de tu señor.’ 22 Llegándose también el de los dos talentos dijo: ‘Señor,
dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado.’ 23 Su señor
le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de
lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.’ 24 Llegándose también el que
había recibido un talento dijo: ‘Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas
donde no sembraste y recoges donde no esparciste. 25 Por eso me dio miedo, y
fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.’ 26 Mas
su señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no
sembré y recojo donde no esparcí; 27 debías, pues, haber entregado mi dinero a
los banqueros, y así, al
volver yo,
habría cobrado lo mío con los intereses. 28 Quitadle, por tanto, su talento y
dádselo al que tiene los diez talentos.’”
COMENTARIO
Seguramente, la llamada parábola de los talentos es una de las más comentadas
del Nuevo Testamento por lo que nos dice acerca de lo que Dios entrega a cada
uno de sus hijos.
Cada
uno de nosotros recibimos toda una serie de bienes espirituales que podemos
llamar talentos. Pues bien, Quien nos los entrega quiere que los mismos den un
rendimiento adecuado.
A
quien, recibiendo tales talentos, no los hace rendir y los guarda de forma egoísta,
no se le puede retribuir con nada bueno sino, al contrario, con algo que no
espera pero que, por lo hecho, va a recibir.
JESÚS, gracias por advertirnos sobre lo que nos importa.
Eleuterio Fernández Guzmán