16 de septiembre de 2021

La fe mueve corazones

Lc 7, 36-38.41-50


"Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de Él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.

Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: 'Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!'

Pero Jesús le dijo: 'Simón, tengo algo que decirte'. 'Di, Maestro', respondió él.

'Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?' Simón contestó: 'Pienso que aquél a quien perdonó más'.

Jesús le dijo: 'Has juzgado bien'. Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: '¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquél a quien se le perdona poco demuestra poco amor'.

Después dijo a la mujer: 'Tus pecados te son perdonados'".


COMENTARIO


El caso que nos muestra hoy el Evangelio de San Lucas nos viene muy bien para muchas cosas. Y es que aquella mujer que entró donde había sido invitado el Hijo de Dios destapó muchas cosas.

En primer lugar, destapó los corazones de muchos de los presentes que, al parecer, se creían mejor que ella porque se creían no pecadores mientras que ella era considerada una pecadora pública. Pero no comprendían que sus corazones podían esconder el pecado.

En segundo lugar, destapó el amor de Cristo por aquellas personas que pecan. Y es que aquella mujer fue perdonada de sus pecados porque mostró gran amor por el Maestro y porque sabía que sólo Él podía comprenderla.


JESÚS, gracias por ser bueno y misericordioso.



Eleuterio Fernández Guzmán

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