3 de septiembre de 2021

Odres y corazones

Lc 5, 33-39


"Los escribas y los fariseos dijeron a Jesús: 'Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben'”.

Jesús les contestó: '¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar'.

Les hizo además esta comparación: 'Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a éste no quedará bien en el vestido viejo. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. El vino nuevo se pone en odres nuevos. Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: el añejo es mejor'”.


COMENTARIO

Es más que común que el Hijo de Dios utilice expresiones que todos conocen para predicar y que, así, se le entienda mejor. Eso lo hace muchas veces y a lo largo de la Sagrada Escritura lo podemos ver. Y eso es lo que hace ahora cuando necesita que comprendan los que le escuchan que lo que debió pasar… pues debió pasar.

El caso es que eso de los odres viejos y los odres nuevos y, por tanto, el vino viejo y el vino nuevo lo dice Jesucristo porque sabe muy bien que la doctrina santa que viene a traer al mundo no puede acogerse en un corazón dado a las cosas viejas de la fe. Por eso necesita que se cambie el corazón, el odre viejo, y se mude a uno nuevo, el odre nuevo pues, de tal manera, podrán recibir la Buena Noticia sin estropicios espirituales sino, al contrario, con gran provecho para quien eso haga.

Pues eso es lo que pasa hoy mismo con nosotros y ahora.



JESÚS, gracias por ser claro sobre lo que nos conviene.



Eleuterio Fernández Guzmán

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