Lc 2, 22-35.39-40
“22 Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos,
según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor,
consagrado al Señor = 24 y para ofrecer en sacrificio = un par de tórtolas o
dos pichones =, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. 25 Y he aquí que
había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y
esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. 26 Le
había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber
visto al Cristo del Señor. 27 Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando
los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía
sobre él, 28 le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: 29 ‘Ahora, Señor,
puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; 30 porque han
visto mis ojos tu salvación, 31 la que has preparado a la vista de todos los
pueblos, 32 luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.’ 33
Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. 34 Simeón les
bendijo y dijo a María, su madre: ‘Este está puesto para caída y elevación de
muchos en Israel, y para ser señal de contradicción - 35 ¡y a ti misma una
espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las
intenciones de muchos corazones.’
39 Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron
a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40 El niño crecía y se fortalecía,
llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.”
COMENTARIO
Cumpliendo con la ley establecida, María y José llevan a Jesús al
Templo para ofrecérselo a Dios. Y, para recuperarlo para sí, ofrecen el
sacrificio que los pobres podían ofrecer.
Simeón es un anciano que ha entregado a Dios su vida. Espera,
porque lo sabe, que la salvación de Israel llegue al mundo. Por eso, cuando se
da cuenta de que aquel niño es Quien iba a venir para salvación del hombre, se
alegra y goza con aquel momento.
Nos dice el texto de San Lucas que aquel Niño, Dios hecho hombre,
con sus padres, creció en sabiduría. Y no nos extraña nada que la gracia de
Dios estuviera con Él porque era Dios hecho hombre.
JESÚS, gracias por haber
saber cumplido tu misión desde bien temprana edad.
Eleuterio Fernández Guzmán
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