Mt 13,1-9
“En aquel tiempo, salió
Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él,
que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la
ribera. Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: ‘Una vez salió un
sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino;
vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían
mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en
cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras
cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en
tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que
tenga oídos, que oiga’”.
COMENTARIO
Había muchos que querían saber lo que
Jesús decía. Por eso, en muchos textos del Nuevo Testamento se refleja la
circunstancia de que eran, en efecto, muchos los que le seguían. Allí donde
estuviese otros lo buscaban.
En esta ocasión les hace espiritual
frente con la parábola del sembrador. En este caso es Dios quien sale a sembrar
su voluntad y su ley. Y hay quienes la acogen de forma impetuosa pero, luego,
la olvidan. Y hay quienes, así, la acogen mejor o peor e, incluso, quienes la
acogen perfectamente y dan mucho fruto.
Ante aquello que decía, el Maestro hace
uso de una expresión que utiliza otras muchas veces. Y es que decir que quien
tenga oídos que oiga es lo mismo que manifestar que todo el mundo puede hacer
lo posible para aceptar aquello que les está diciendo.
JESÚS, ayúdanos a aceptar tu santa Palabra.
Eleuterio Fernández Guzmán
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