31 de enero de 2014

Hermanos de Cristo




Mc 3, 36-34

“Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si  no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear  su casa. Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas  sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno.’ Es que decían: ‘Está poseído por un espíritu inmundo.» Llegan su madre y sus hermanos, y quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: ‘¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.’ El les responde: ‘¿Quién es mi madre y mis hermanos?’ Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: ‘Estos son mi madre y mis hermanos’”.
       
COMENTARIO

Jesús sabe que el ser humano es pecador y es malo. Por eso reconoce que, por nuestra naturaleza, es más que posible, que caigamos más de una vez en actuaciones u omisiones que determinen una ruptura de la relación que mantenemos con Dios.

Sin embargo, hay un pecado que no se perdona y que es el que se comete contra el Espíritu Santo. Por eso dice Jesús que todo aquello que se cometa, a saber, pecados, blasfemias, etc. es perdonado por Dios pero no aquello que se cometa contra Su Espíritu pues es cometerlo contra Dios mismo.

Jesús sabe que es hijo de Dios aquel que cumple la Palabra del Padre. Por eso aquellas personas que, al parecer, escuchan a Cristo pero, al fin y al cabo, nada hacen para aplicar en sus vidas, aquello que escuchan no son, en realidad, verdaderos hijos de Dios. Sí lo son los que, escuchando a Cristo, ponen por obra sus palabras.







JESÚS, siempre quieres lo mejor para nosotros. Ayúdanos a no rehuir lo que dices y a seguir, siempre, tu voluntad que es la de Dios.





Eleuterio Fernández Guzmán


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