11 de junio de 2019

Enviados

Mt 10, 7-13

“7 Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. 8 Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios.  Gratis lo recibisteis; dadlo gratis. 9 No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; 10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento. 11 ‘En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis. 12 Al entrar en la casa, saludadla. 13 Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros.”

COMENTARIO

Cuando Jesucristo envía a sus discípulos más allegados no lo hace, por ejemplo, de cualquier manera sino que, al contrario: con todo aquello que ellos pueden necesitar tanto material como espiritualmente.

Lo que les dice es, nada más y nada menos, que pueden resucitar muertos. Y eso no es cosa baladí sino algo que muestra el poder que Dios puede otorgarle al hombre. Y, además, otros dones de no poca importancia: curar leprosos o, también, expulsar demonios que posean a ser humanos.

Hay, aquí, algo que es fundamental en aquel viaje: deben confiar totalmente en Dios y en su Amor y, por tanto, deben abandonarse a su santísima Providencia. Y esa es, por cierto, la única manera de caminar por el mundo anunciado la Buena Noticia.


JESÚS,  gracias  por haber confiado en aquellos hombres.


Eleuterio Fernández Guzmán

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