Mt 10, 7-13
“7 Id proclamando que el Reino de los Cielos está
cerca. 8 Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad
demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo
gratis. 9 No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; 10 ni
alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el
obrero merece su sustento. 11 ‘En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos
de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis. 12 Al entrar en la
casa, saludadla. 13 Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no
es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros.”
COMENTARIO
Cuando
Jesucristo envía a sus discípulos más allegados no lo hace, por ejemplo, de
cualquier manera sino que, al contrario: con todo aquello que ellos pueden
necesitar tanto material como espiritualmente.
Lo
que les dice es, nada más y nada menos, que pueden resucitar muertos. Y eso no
es cosa baladí sino algo que muestra el poder que Dios puede otorgarle al
hombre. Y, además, otros dones de no poca importancia: curar leprosos o,
también, expulsar demonios que posean a ser humanos.
Hay,
aquí, algo que es fundamental en aquel viaje: deben confiar totalmente en Dios
y en su Amor y, por tanto, deben abandonarse a su santísima Providencia. Y esa
es, por cierto, la única manera de caminar por el mundo anunciado la Buena
Noticia.
JESÚS, gracias por
haber confiado en aquellos hombres.
Eleuterio Fernández Guzmán
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