Mt 9, 9-13
“Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un
hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: ‘Sígueme.’
Él se levantó y le siguió.
Resulta
verdaderamente misterioso el influjo que tenía el Hijo de Dios con aquellas
personas a las que se dirigía muy especialmente. Y Mateo, aquel al que consideraban
pecador porque cobraba impuestos para el invasor, no iba a ser menos. Todo lo
deja allí donde está trabajando y sigue a Aquel que lo ha llamado.
No
es poco cierto, por otra parte, que había muchos que no entendía lo que hacía
Jesucristo. ¿Cómo era posible que tomara como discípulo a un pecador así
considerado? Por eso, exactamente por eso, había quien no quería, para nada, al
hijo de María.
Había
algo, sin embargo, que aquellos que perseguían a Jesús no acababan por
comprender y era, nada más y nada menos, que tener en cuenta la misericordia o,
lo que es lo mismo, que el amor se manifestase con aquellos que lo necesitaban.
Y Mateo, lo mismo que en otro momento fue Zaqueo, la necesitaban y muy mucho.
JESÚS, gracias por ser misericordioso con los que lo
necesitan.
Eleuterio Fernández Guzmán
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