4 de octubre de 2016

Saber lo que nos conviene

Martes XXVII del tiempo ordinario
Lc 10,38-42

En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: ‘Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude’. Le respondió el Señor: ‘Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada’”.

COMENTARIO

Que Jesucristo acudiera muchas veces a casa de sus amigos de Betania no era nada extraño. Marta, María y Lázaro habían convivido con él durante muchos años y ahora no los iba a olvidar fácilmente. Y es de suponer que acudiera con otros de los suyos.

En casa de sus amigos debía haber mucho jaleo. Trabajo mucho se acumulaba cuando, de repente, acudían muchas personas que debían ser atendidas respondiendo a la afectividad y a la atención personal. Por eso Marta se enfada con María que, al parecer, no quiere ayudarla.

Pero Jesús entiende las cosas de forma distinta. María sabía que escuchar a Jesús era bueno y por eso se quedaba a sus pies. Mientras, Marta hacía otro trabajo que también era necesario. Pero el Cristo sabía qué era lo importante, lo único importante.


JESUCRISTO,  ayúdanos a aceptar lo que nos conviene aceptar.




Eleuterio Fernández Guzmán

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