Mt 5,1-12
“En aquel tiempo, viendo la
muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y
tomando la palabra, les enseñaba diciendo: ‘Bienaventurados los pobres de
espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los
mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que
lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y
sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan
por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con
mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos,
porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera
persiguieron a los profetas anteriores a vosotros’.
COMENTARIO
El Hijo de Dios sabía que era muy difícil
que aquellos que le escuchaban comprendiesen totalmente el sentido último de la
Ley de Dios, de aquellos Mandamientos que Dios había entregado a Moisés. Por
eso, probablemente en momentos distintos, proclama las llamadas
Bienaventuranzas.
Aquellas sabias palabras contienen lo que
el Todopoderoso quiere para sus hijos, en sentido exacto, lo que se ha de
cumplir para que quien eso haga alcance la vida eterna. Por eso cada una de
ellas es tan verdadera y tan cierta.
Todo lo que aquí dice Jesucristo tiene
que ver con lo bueno y mejor que el ser humano ha de llevar a cabo para que
Dios, su Padre y Señor, sepa que lo tiene en cuenta y lo ama. Por eso era tan
importante que se entendieran perfectamente.
JESÚS, ayúdanos a
entender bien las Bienaventuranzas.
Eleuterio Fernández Guzmánbién es Ley
de Dios
Lunes, 12 de
junio de 2023
Mt
5,1-12
“En aquel tiempo, viendo la
muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y
tomando la palabra, les enseñaba diciendo: ‘Bienaventurados los pobres de
espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los
mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que
lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y
sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan
por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con
mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos,
porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera
persiguieron a los profetas anteriores a vosotros’.
COMENTARIO
El Hijo de Dios sabía que era muy difícil
que aquellos que le escuchaban comprendiesen totalmente el sentido último de la
Ley de Dios, de aquellos Mandamientos que Dios había entregado a Moisés. Por
eso, probablemente en momentos distintos, proclama las llamadas
Bienaventuranzas.
Aquellas sabias palabras contienen lo que
el Todopoderoso quiere para sus hijos, en sentido exacto, lo que se ha de
cumplir para que quien eso haga alcance la vida eterna. Por eso cada una de
ellas es tan verdadera y tan cierta.
Todo lo que aquí dice Jesucristo tiene
que ver con lo bueno y mejor que el ser humano ha de llevar a cabo para que
Dios, su Padre y Señor, sepa que lo tiene en cuenta y lo ama. Por eso era tan
importante que se entendieran perfectamente.
JESÚS, ayúdanos a
entender bien las Bienaventuranzas.
Eleuterio Fernández Guzmán
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