15 de septiembre de 2019

Saber convertirse


Lc 15, 1-10

“1 Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle, 2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: ‘Este acoge a los pecadores y come con ellos’. 3 Entonces les dijo esta parábola. 4 ‘¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? 5 Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; 6 y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido.’ 7 Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión. 8 ‘O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? 9 Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido.’ 10 Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta’”

 COMENTARIO

La cosa es bien sencilla. Nos lo dice el Hijo de Dios que sabe más que bien cómo se encuentra el corazón de su Padre del Cielo y conoce muy bien hasta dónde quiere que nos acerquemos nuestro Creador. Lo que pasa es que muchas veces no estamos dispuestos a reconocer una verdad así porque, seguramente, nos llevaría muy lejos en nuestra fe no estamos dispuestos, sencillamente, a ser consecuentes. Pero Jesucristo nos dice, poniendo ejemplos para que mejor entendamos, que debemos convertir nuestro corazón a la única Verdad que es válida y que puede llevarnos al Cielo. Y no otra cosa es lo que quiere Aquel que había venido de parte de Dios para que la humanidad, que se le había entregado, se salvase.


JESÚS,  gracias por pedirnos conversión del corazón.


Eleuterio Fernández Guzmán

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