21 de agosto de 2013

Ser de los últimos




Miércoles XX del tiempo ordinario


Mt 20,1-16

En aquel tiempo, Jesús dijo a los discípulos esta parábola: ‘El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados, les dijo: ‘Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo’. Y ellos fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo. Todavía salió a eso de la hora undécima y, al encontrar a otros que estaban allí, les dice: ‘¿Por qué estáis aquí todo el día parados?’. Dícenle: ‘Es que nadie nos ha contratado’. Díceles: ‘Id también vosotros a la viña’.
‘Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros’. Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno. Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un denario cada uno. Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor’. Pero él contestó a uno de ellos: ‘Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti. ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?’. Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos’”.

COMENTARIO

Dios no deja de buscar a sus hijos porque los/nos ama. Por eso en cualquier momento de nuestra vida sale a los caminos del mundo, se nos aparece en diversas formas para que nos demos cuenta de que nos quiere a su lado, trabajando para su viña.

Los hijos de Dios escuchan su voz pero en demasiadas ocasiones entienden otra cosa distinta, muy distinta, a lo que quiere el Creador. Así, como aquellos jornaleros, actuamos de forma egoísta no pensando en el bien ajeno sino, exclusivamente, en nosotros mismos.

Los que son considerados últimos son aquellos que, a lo mejor, no han tenido, en su vida, unas circunstancias adecuadas para su desarrollo (material, espiritual, etc.) Sin embargo, para Dios es más que posible que sean más importantes que aquellos que se creen todo en este mundo sin darse cuenta de que, aquí, todo lo corroe la polilla.

JESÚS, muchos últimos serán los primeros. Eso debería hacernos pensar en ser, mejor y antes que nada, de los últimos por el servicio al prójimo. Ayúdanos, Hijo de Dios, a conseguirlo.





Eleuterio Fernández Guzmán


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