20 de agosto de 2013

Saber lo que vale la pena




Martes, 20 de agosto de 2013




Martes XX del tiempo ordinario

Mt 19,23-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos’. Al oír esto, los discípulos, llenos de asombro, decían: ‘Entonces, ¿quién se podrá salvar?’. Jesús, mirándolos fijamente, dijo: ‘Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible’.

Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: ‘Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?’ Jesús les dijo: ‘Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros’”.


COMENTARIO

Es seguramente cierto que Jesús tenía de la riqueza un sentido puramente utilitario: está bien cuando se utiliza con sentido caritativo y misericordioso; está mal cuando sólo tiene fin egoísta. Por eso a los ricos que hacían uso de su riqueza de una forma no caritativa les estaba vetada la entrada en el cielo.


No es poco cierto que, incluso los apóstoles, tenían pensamientos muy humanos. Se preocupan por lo que van a tener. Ellos suponían que lo iban a tener en el tiempo de entonces, en su vida terrena. Pero Jesús tiene algo mucho mejor para ellos y para todo el que le siga.

Quien todo lo deja por Cristo pero lo deja de verdad (sin mirar atrás, por ejemplo) obtendrá el mejor regalo que se puede pedir y se puede soñar: la vida eterna donde el gozo es para siempre, siempre, siempre. Por eso muchos de los que se creen primeros pero, en realidad, nada hacen de la voluntad de Dios, han de ser, por fuerza, los últimos en la vida eterna. Eso si acaso llegan a ella…


JESÚS, los que te siguen han de saber qué les espera: malo y bueno. Malo sobre persecuciones; bueno sobre la vida eterna. Ayúdanos a ir tras de Ti y a acercarnos, lo más posible, a la vida que nunca acaba.





Eleuterio Fernández Guzmán


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