14 de junio de 2012

La ley de Dios es mucho más




Jueves X del tiempo ordinario

Mt 5, 20-26

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: ‘Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.

‘Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal’. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego.

‘Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo’”.


COMENTARIO

Era bien cierto que la justicia de aquellos que tenían el poder en tiempos de Jesús no era la que cumplía la voluntad de Dios. Era importante saber que se tenía que superar y, así, hacer lo que correspondía a un hijo del Creador.

Jesús va más allá, por misericordia y por amor, de lo que decía la letra de la ley. No bastaba con matar sino que tampoco se podía mostrar cólera contra un hermano. Así, se exigía mucho porque mucho era lo que Dios entregaba al hombre.

Mantener la paz entre los hombres era muy importante para Cristo. Había venido a traer, precisamente, la paz pero poniendo la guerra contra el Mal y contra el no cumplimiento de la voluntad de Dios, en primer punto de la vida de sus hermanos.



JESÚS, aunque es difícil seguirte no es porque no sepamos qué debemos hacer. Es cierto, también, que no siempre estamos dispuestos a cumplir con lo que nos dices…




Eleuterio Fernández Guzmán


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