12 de junio de 2012

Ser sal y ser luz





Martes X del tiempo ordinario

Mt 5,13-16

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos’”.


COMENTARIO

Con ejemplos de la vida diaria Jesús nos enseña lo que, en realidad, tenemos que ser y sobre lo que debemos meditar y orar. Se trata, más que nada, de darnos a entender que el Reino de Dios no es una realidad inalcanzable.

Ser sal y ser luz. Jesús propone lo que no es fácil pero lo que no es imposible. La sal da sabor a los alimentos y como tal hemos de ser entre los nuestros y entre los más alejados de nosotros. Dejar, pues, de no ser sal supondría que perderíamos nuestra espiritual razón de ser.

La luz es muy importante. Con ella vemos en la oscuridad (en la claridad de espíritu no hace falta luz) y con ella podemos iluminar, también, el camino de aquellos que conviven con nosotros y son nuestro prójimos. Esconder, pues, la luz de la Palabra de forma egoísta, no puede ser la voluntad de Dios.



JESÚS, quieres que seamos fieles discípulos tuyos. Por eso te gustaría que diéramos sabor espiritual a nuestra vida y a la del prójimo y que, así, ilumináramos nuestra vida y la de los demás. Sin embargo, en demasiadas ocasiones perdemos la capacidad de ser sal y de luz… mejor no hablar porque Dios todo lo sabe.




Eleuterio Fernández Guzmán


No hay comentarios:

Publicar un comentario