Jn 20, 11-18
“11
Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó
hacia el sepulcro, 12 y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado
el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13 Dícenle ellos: ‘Mujer,
¿por qué lloras?’ Ella les respondió: ‘Porque se han llevado a mi Señor, y no
sé dónde le han puesto.’ 14 Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero
no sabía que era Jesús. 15 Le dice Jesús: ‘Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién
buscas?’ Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: ‘Señor, si tú
lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.’ 16 Jesús le
dice: ‘María.’ Ella se vuelve y le dice en hebreo: ‘Rabbuní’ - que quiere decir:
‘Maestro’ -. 17 Dícele Jesús: ‘No me toques, que todavía no he subido al Padre.
Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi
Dios y vuestro Dios.’ 18 Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había
visto al Señor y que había dicho estas palabras.”
COMENTARIO
María
Magdalena estaba junto al sepulcro donde habían puesto a su Maestro porque lo
quería mucho. Por eso había ido antes a terminar el trabajo que no habían
podido finiquitar el viernes. Por eso Jesús la recompensa.
Cuando
Jesús se aparece a la de Madgala lo hace porque quiere. Es decir, quiere que
sepa que tiene un amor grande por ella y quiere, por decirlo así, recompensar
su amor y su entrega hasta después de la muerte. Por eso la busca y, al
encontrarla, le agradece así y de tal manera sus desvelos.
La
labor de María Magdalena no iba a terminar en aquella que era acabar de
terminar el cuerpo del Maestro. No. Debía dar un mensaje a sus hermanos en la
fe que era el que Jesucristo le iba a dar a ella. Y ella cumplió con aquella
labor de enviada de Dios en la persona del Hijo.
JESÚS, gracias por haber dado el mensaje a
María Magdalena y por haberla elegido para aquella labor de apóstol.
Eleuterio Fernández Guzmán
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