15 de julio de 2016

Misericordia de Dios

 Viernes XV del tiempo ordinario

Mt 12,1-8

En aquel tiempo, Jesús cruzaba por los sembrados un sábado. Y sus discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerlas. Al verlo los fariseos, le dijeron: ‘Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado’. Pero Él les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la Presencia, que no le era lícito comer a él, ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes? ¿Tampoco habéis leído en la Ley que en día de sábado los sacerdotes, en el Templo, quebrantan el sábado sin incurrir en culpa? Pues yo os digo que hay aquí algo mayor que el Templo. Si hubieseis comprendido lo que significa aquello de: ‘Misericordia quiero y no sacrificio’, no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado’”.

COMENTARIO

Lo que iba del Amor de Dios al que los hombres se representaban como tal era mucho. Por eso Jesús debía corregir aquella forma de ver las cosas que tenía poco que ver con lo que Dios quería para su descendencia.

La ley del sábado era muy rígida. Es decir, aquellos que tenían de la fe un sentido, en exceso, duro, no eran capaces de comprender lo que valía la pena al respecto de lo que el Todopoderoso entendía como bueno y mejor para sus hijos.

Una palabra lo decía todo: Misericordia. Era lo que Dios tenía por entrañas o, mejor, lo que el Creador sabía que era bueno para su creación humana. Por eso Jesús era el Señor… también del sábado.


JESÚS, ayúdanos a comprender el sentido de tu Misericordia.



Eleuterio Fernández Guzmán

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