11 de enero de 2014

Signos de Dios


  
Lc 5, 12-16

Y sucedió que, estando en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra que, al ver a Jesús, se echó rostro en tierra, y le rogó diciendo: ‘Señor, si quieres, puedes limpiarme’. Él extendió la mano, le tocó, y dijo: ‘Quiero, queda limpio’. Y al instante le desapareció la lepra. Y él le ordenó que no se lo dijera a nadie. Y añadió: ‘Vete, muéstrate al sacerdote y haz la ofrenda por tu purificación como prescribió Moisés para que les sirva de testimonio’. Su fama se extendía cada vez más y una numerosa multitud afluía para oírle y ser curados de sus enfermedades. Pero Él se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba.”


COMENTARIO

La lepra era una enfermedad que incapacitaba socialmente a quien la padecía. Por eso los leprosos, al no conocerse cura para tal padecimiento, estaban apartados físicamente de las ciudades. Por eso aquel leproso necesitaba tanto la ayuda de Jesús.

El leproso confía en Jesús, tiene fe en el Maestro. Por eso le dice que si quieres puede curarle. Eso es clara manifestación de estar seguro que, en efecto, si quiere el Hijo de Dios puede curarle. Y, como era de esperar en persona tan necesitada y, además, de fe, obtiene lo que quiere.

Jesús, sin embargo, le dice que vaya al sacerdote y haga la ofrenda que está escrita en la ley para que se sepa que ha sido curado por intervención divina, de Dios. no es de extrañar, por lo tanto, que la fama de Jesús se extendiese por todo el mundo cercano a su tierra.







JESÚS, cuando curas al leproso haces algo que nadie había hecho hasta entonces. Es un signo de tu poder y de que Dios está contigo. Ayúdanos a tener siempre en cuenta que lo que pasa es que eres el Creador hecho hombre.





Eleuterio Fernández Guzmán


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