Juramento Antimodernista (Pío X)
Yo, Eleuterio Fernández Guzmán, abrazo y recibo firmemente
todas y cada una de las verdades que la Iglesia por su magisterio, que
no puede errar, ha definido, afirmado y declarado, principalmente los
textos de doctrina que van directamente dirigidos contra los errores de
estos tiempos.
En primer lugar, profeso que Dios, principio y fin de todas las cosas
puede ser conocido y por tanto también demostrado de una manera cierta
por la luz de la razón, por medio de las cosas que han sido hechas, es
decir por las obras visibles de la creación, como la causa por su
efecto.
En segundo lugar, admito y reconozco los argumentos externos de la
revelación, es decir los hechos divinos, entre los cuales en primer
lugar, los milagros y las profecías, como signos muy ciertos del origen
divino de la religión cristiana. Y estos mismos argumentos, los tengo
por perfectamente proporcionados a la inteligencia de todos los tiempos y
de todos los hombres, incluso en el tiempo presente.
En tercer lugar, creo también con fe firme que la Iglesia, guardiana y
maestra de la palabra revelada, ha sido instituida de una manera próxima
y directa por Cristo en persona, verdadero e histórico, durante su vida
entre nosotros, y creo que esta Iglesia esta edificada sobre Pedro,
jefe de la jerarquía y sobre sus sucesores hasta el fin de los tiempos.
En cuarto lugar, recibo sinceramente la doctrina de la fe que los Padres
ortodoxos nos han transmitido de los Apóstoles, siempre con el mismo
sentido y la misma interpretación. Por esto rechazo absolutamente la
suposición herética de la evolución de los dogmas, según la cual estos
dogmas cambiarían de sentido para recibir uno diferente del que les ha
dado la Iglesia en un principio. Igualmente, repruebo todo error que
consista en sustituir el depósito divino confiado a la esposa de Cristo y
a su vigilante custodia, por una ficción filosófica o una creación de
la conciencia humana, la cual, formada poco a poco por el esfuerzo de
los hombres, sería susceptible en el futuro de un progreso indefinido.
En quinto lugar: mantengo con toda certeza y profeso sinceramente que la
fe no es un sentido religioso ciego que surge de las profundidades del
subconsciente, bajo el impulso del corazón y el movimiento de la
voluntad moralmente informada, sino que un verdadero asentimiento de la
inteligencia a la verdad adquirida extrínsecamente, asentimiento por el
cual creemos verdadero, a causa de la autoridad de Dios cuya veracidad
es absoluta, todo lo que ha sido dicho, atestiguado y revelado por el
Dios personal, nuestro creador y nuestro Señor. Más aún, con la debida
reverencia, me someto y adhiero con todo mi corazón a las condenaciones,
declaraciones y todas las prescripciones contenidas en la encíclica
Pascendi y en el decreto Lamentabili, especialmente aquellas
concernientes a lo que se conoce como la historia de los dogmas.
Rechazo asimismo el error de aquellos que dicen que la fe sostenida por
la Iglesia contradice a la historia, y que los dogmas católicos, en el
sentido en que ahora se entienden, son irreconciliables con una visión
más realista de los orígenes de la religión cristiana.
Condeno y rechazo la opinión de aquellos que dicen que un cristiano bien
educado asume una doble personalidad, la de un creyente y al mismo
tiempo la de un historiador, como si fuera permisible para una
historiador sostener cosas que contradigan la fe del creyente, o
establecer premisas las cuales, provisto que no haya una negación
directa de los dogmas, llevarían a la conclusión de que los dogmas son o
bien falsos, o bien dudosos.
Repruebo también el método de juzgar e interpretar la Sagrada Escritura
que, apartándose de la tradición de la Iglesia, la analogía de la fe, y
las normas de la Sede Apostólica, abraza los errores de los
racionalistas y licenciosamiente y sin prudencia abrazan la crítica
textual como la única y suprema norma.
Rechazo también la opinión de aquellos que sostienen que un profesor
enseñando o escribiendo acerca de una materia histórico-teológica
debiera primero poner a un costado cualquier opinión preconcebida acerca
del origen sobrenatural de la tradición católica o acerca de la promesa
divina de preservar por siempre toda la verdad revelada; y de que
deberían interpretar los escritos de cada uno de los Padres solamente
por medio de principios científicos, excluyendo toda autoridad sagrada, y
con la misma libertad de juicio que es común en la investigación de
todos los documentos históricos ordinarios.
Declaro estar completamente opuesto al error de los modernistas que
sostienen que no hay nada divino en la sagrada tradición; o, lo que es
mucho peor, decir que la hay, pero en un sentido panteísta, con el
resultado de que no quedaría nada más que este simple hecho—uno a ser
puesto a la par con los hechos ordinarios de la historia, a saber, el
hecho de que un grupo de hombres por su propia labor, capacidad y
talento han continuado durante las edades subsecuentes una escuela
comenzada por Cristo y sus apóstoles.
Prometo que he de sostener todos estos artículos fiel, entera y
sinceramente, y que he de guardarlos inviolados, sin desviarme de ellos
en la enseñanza o en ninguna otra manera de escrito o de palabra. Esto
prometo, esto juro, así me ayude Dios, y estos santos Evangelios.
Eleuterio Fernández Guzmán
Muy "echao p´alante" te encuentro esta noche, Eleuterio. Sin embargo, e imagino que en esto me darás algo de razón, decepcionas un tanto, pues al final y después de tanta alharaca, ni un sólo intento haces por tratar de demostrar, precisamente de una manera cierta y a la luz de esa razón que aludes, alguno de los cinco primeros puntos del presente manifiesto/juramento.
ResponderEliminarManifiesto, muy respetable desde luego, pero que como entenderás, puede ser categóricamente negado en su esencia, y de hecho lo está siendo, afirmando punto por punto exactamente lo contrario de lo que sostiene este de Pío X. Y todo aun sin manejar algunos datos históricos, sobradamente probados, que apoyan ciertamente a la parte contraria, lo que al menos convierte la argumentación de esta en algo... ¿menos gratuito?.
¡En fin! No entiendo a donde quieres ir a parar, más allá de reiterar la inquebrantable fidelidad del blogger. (en todo caso, reiteración absolutamente innecesaria a estas alturas, creo yo)
Un saludo