17 de noviembre de 2021

Dad al que tiene

Lc 19, 11a. 12-13.15a.16b-26


"11 Estando la gente escuchando estas cosas, añadió una parábola, pues estaba él cerca de Jerusalén, y creían ellos que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro. 12 Dijo pues: «Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y volverse. 13 Habiendo llamado a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo:  Negociad hasta que vuelva. " 14 Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: “No queremos que ése reine sobre nosotros.” 15 «Y sucedió que, cuando regresó, después de recibir la investidura.

real, mandó llamar a aquellos siervos suyos, a los que había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. 16 Se presentó el primero y dijo: “Señor, tu mina ha producido diez minas.” 17 Le respondió: “¡Muy bien,  siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo mínimo, toma el gobierno de diez ciudades.” 18 Vino el segundo y dijo: “Tu mina, Señor, ha producido cinco minas.” 19 Dijo a éste: “Ponte tú también al mando de cinco ciudades.” 20 «Vino el otro y dijo: “Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo; 21 pues tenía miedo de ti, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste, y cosechas lo que no sembraste.” 22 Dícele: “Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré; 23 pues ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los  intereses.” 24 Y dijo a los presentes: “Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas.” 25 Dijéronle: “Señor, tiene ya diez minas.” 26 - “Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.”


COMENTARIO

Es verdad que la que se suele denominar “parábola de los talentos” tiene, en sí misma, no poca controversia. Y es que, al parecer, aquel hombre había hecho muy mal al no hacer rendir lo que su señor le había dado.

En realidad, la cosa tiene que ver con aquello que el Todopoderoso entrega a cada uno de sus hijos. Y es que a unos les da don de lenguas; a otros, don de entendimiento; a otros, don de escritura, etc.

Todo eso ha de querer decir por fuerza que Dios quiere que su descendencia haga rendir aquello que le entrega en forma de don o de gracia. Y que no podemos dejarlo escondido debajo de ningún celemín pues, de lo contrario, se le dará a quien tiene... fe. 




JESÚS, gracias por ponernos sobre la pista de cómo debemos ser.



Eleuterio Fernández Guzmán

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