16 de noviembre de 2021

Salvar lo que está perdido

Lc 19, 1-10

 

"Entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos y rico. Intentaba ver a Jesús para conocerle, pero no podía a causa de la muchedumbre, porque era pequeño de estatura.  Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, porque iba a pasar por allí.  Cuando Jesús llegó al lugar, levantando la vista, le dijo:

—'Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me quede en tu casa.'

Bajó rápido y lo recibió con alegría.  Al ver esto, todos murmuraban diciendo que había entrado a hospedarse en casa de un pecador.  Pero Zaqueo, de pie, le dijo al Señor:

—'Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he defraudado en algo a alguien le devuelvo cuatro veces más'

Jesús le dijo:

—'Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también éste es hijo de Abrahán;  porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.'"


COMENTARIO

Ciertamente, podemos pensar que Zaqueo aunque fuera publicado debía tener algún interés en ver al Hijo de Dios. Y esto lo decimos porque cuando se entera de que va a pasar cerca de su casa hace todo lo posible para verlo y hasta se sube a un sicómoro.

Jesucristo que, suponemos, conocía a Zaqueo porque lo llama por su nombre y porque debía ser más que conocido por la ingrata labor que llevaba a cabo, sabe que aquel hombre necesita de verdad verlo. Y se lo dice cuando lo ve de aquella guisa subido allí.

Lo que le dice Jesucristo no es poca cosa. Y es que cuando escucha que Zaqueo quiere reparar el daño que haya podido hacer con su trabajo de recaudador de impuestos sabe que aquel hombre puede salvarse. Y es que Cristo vino al mundo no a salvar lo que no tenía necesidad de ser salvado sino, justamente, a quien sí tenía necesidad de ser salvado.



JESÚS, gracias por salvar a los muchos Zaqueos que hay en el mundo.



Eleuterio Fernández Guzmán

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