Mt 10,7-15
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
Apóstoles: ‘Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad
enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo
recibisteis; dadlo gratis. No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en
vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni
bastón; porque el obrero merece su sustento. En la ciudad o pueblo en que
entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis.
Al entrar en la casa, saludadla. Si la casa es digna, llegue a ella vuestra
paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros. Y si no se os recibe
ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella
sacudiendo el polvo de vuestros pies. Yo os aseguro: el día del Juicio habrá
menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad’”.
COMENTARIO
El encargo era, a la vez, sencillo y difícil
de llevar a cabo: lo primero porque sólo era eso y, lo segundo, porque muchos
no lo iban a aceptar fácilmente. Y, como sabemos, es lo que pasó con el tiempo.
De todas formas, Jesús, que conoce lo que
va a pasar por ser Dios y no por profeta, aconseja de forma que aquellos que le
sirven de tal forma no se centren en lo que ellos, por sí solos, puedan llevar
a cabo. No. Deben dejar de someterse a su voluntad y hacer lo propio con la del
Todopoderoso.
El Hijo de Dios sabe que lo que se hace
en este mundo tiene consecuencias en la vida eterna. Por eso avisa, al menos
eso es lo que dice a sus Apóstoles, que la casa que no quiere recibirlos o la
ciudad que eso haga, tendrá un juicio muy riguroso cuando eso tenga que
suceder. Y es que despreciar al Enviado de Dios no puede quedar sin
consecuencia alguna.
JESÚS, ayúdanos a someternos a la Santa Providencia de Dios.
Eleuterio Fernández Guzmán
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