7 de octubre de 2020

María, la elegida por Dios

Lc 1, 26-38

"Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y, entrando, le dijo: 'Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.' Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: 'No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.'María respondió al ángel: '¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?'' El ángel le respondió: 'El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios.' Dijo María: 'He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel, dejándola, se fue."



COMENTARIO


El texto del Evangelio de San Lucas acerca de la Anunciación muestra claramente que tuvo que tener una fuente directa que la dijera lo que entonces pasó. Y es que, como es sabido, el Apóstol médico tuvo una relación directa con la Virgen María y sería ella la que le dijera palabras tan exactas.

El caso es que la Anunciación no es más, ni menos, que la expresión de la Voluntad de Dios de que el mundo, que había caído (otra vez) en la perdición y en el olvido de su Palabra, se salvara. Por eso envía a u Hijo al mundo.

Aquella joven, María, que siempre había sido muy devota y religiosa, no puede ni quiere hacer otra cosa que aceptar lo que le dice el Ángel. Y es que Dios había escogido muy a su Madre.


JESÚS, gracias por haber escogido tan bien a tu Madre.


Eleuterio Fernández Guzmán

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