Sábado
XIII del tiempo ordinario
Mt
9,14-17
“En aquel tiempo, se le
acercan los discípulos de Juan y le dicen: ‘¿Por qué nosotros y los fariseos
ayunamos, y tus discípulos no ayunan?’. Jesús les dijo: ‘¿Pueden acaso los
invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días
vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán. Nadie echa un
remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, porque lo añadido tira del
vestido, y se produce un desgarrón peor. Ni tampoco se echa vino nuevo en
pellejos viejos; pues de otro modo, los pellejos revientan, el vino se derrama,
y los pellejos se echan a perder; sino que el vino nuevo se echa en pellejos
nuevos, y así ambos se conservan’”.
COMENTARIO
Es bien cierto que las costumbres judías eran muy seguidas por la gran
mayoría de miembros del pueblo elegido por Dios. Prácticas como el ayuno, por
ejemplo, eran tenidas por cruciales para comprender la fe de sus miembros.
Sin embargo Jesús sabe que las cosas han de ser de otra forma y que así,
con tales costumbres, no llegarán al corazón de Dios. Por eso enseña la forma
correcta de llevar a cabo ciertos comportamientos.
Jesús trae lo nuevo. Y lo nuevo no es otra cosa que la Ley de Dios en su
comprensión perfecta. Lo que pasaba era que con la forma de entender la misma
por parte de muchos judíos no podía en Creador ocupar un sitio, de verdad, en
sus corazones. Por eso Jesús predica acerca de los nuevos corazones, de la
savia nueva, del vino nuevo. Y tal corazón, tal savia y tal vino requiere de
unos depósitos espirituales también nuevos.
JESÚS, ayúdanos a tener el corazón preparado para
albergar tu amor y tu misericordia.
Eleuterio Fernández Guzmán
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