5 de julio de 2015

Creer en Cristo Jesús


Domingo XIV del tiempo ordinario
Mc 6,1-6

En aquel tiempo, Jesús fue a su patria, y sus discípulos le seguían. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: ‘¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?’. Y se escandalizaban a causa de Él. Jesús les dijo: ‘Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio’. Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe’”.

COMENTARIO

Jesús predicó, durante los años que lo hizo, por todos los lugares donde pudo. No es de extrañar que también fuera al pueblo donde había vivido la mayoría de los años de su vida. Y tampoco nos extraña nada de nada que el sábado fuera a la sinagoga.

Sin embargo, sí es de extrañar que los que lo conocían dijeran aquello que decían de Él. Y es que aunque no sepamos nada, es de imaginar que durante los años de su vida llamada escondida manifestara piedad y amor a la Palabra de Dios. Tampoco era tan extraño que hablara como hablaba.

Pero Jesús sabía que muchos de aquellas personas tenían el corazón duro y que no escuchaban lo que decía. Les parecía extraño que un maestro como aquel Maestro pudiera ser tan importante. Por eso Jesús no pudo hacer grandes cosas en su propia tierra aunque, claro está, curara a muchas personas que tenían, seguramente, el corazón más abierto que los considerados sabios.



JESÚS, ayúdanos a tener fe en Ti.


Eleuterio Fernández Guzmán



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