Lunes XIV
del tiempo ordinario
Mt 9,18-26
“En aquel tiempo, Jesús
les estaba hablando, cuando se acercó un magistrado y se postró ante Él
diciendo: ‘Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá’.
Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos. En esto, una mujer que
padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la
orla de su manto. Pues se decía para sí: ‘Con sólo tocar su manto, me salvaré’.
Jesús se volvió, y al verla le dijo: ‘¡Ánimo!, hija, tu fe te ha salvado’. Y se
salvó la mujer desde aquel momento.
Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas y la gente alborotando, decía: ‘¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está dormida’. Y se burlaban de Él. Mas, echada fuera la gente, entró Él, la tomó de la mano, y la muchacha se levantó. Y la noticia del suceso se divulgó por toda aquella comarca’”.
Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas y la gente alborotando, decía: ‘¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está dormida’. Y se burlaban de Él. Mas, echada fuera la gente, entró Él, la tomó de la mano, y la muchacha se levantó. Y la noticia del suceso se divulgó por toda aquella comarca’”.
COMENTARIO
El caso de la hija de Jairo es uno de los muchos a los que Jesús dio
solución buena y positiva. Y es que el Hijo de Dios caminó por el mundo
haciendo el bien y no aquello que no se esperaba de Él.
Aquel hombre, Jairo, era importante. Sin embargo, ni todo su poder había
podido hacer nada para evitar que su hija pequeña cayese enferma y que la
enfermedad terminara con su vida. Le quedaba la fe, la confianza en el Maestro.
Y no dudo en ir a buscar.
Otro tanto le pasó a la mujer que padecía flujos de sangre. También creía
que sólo con tocar el manto de Jesús quedaría curada (¡qué gran fe!) Y quedó
curada. Y es que Jesús nunca puede resistirse a quien muestra confianza en su
persona y en Dios mismo.
JESÚS, ayúdanos a tener fe y que siempre sea franca.
Eleuterio Fernández Guzmán
No hay comentarios:
Publicar un comentario