10 de julio de 2015

Aceptar a Dios


Jueves XIV del tiempo ordinario

Mt 10,7-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: ‘Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis. No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento. En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis. Al entrar en la casa, saludadla. Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros. Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo el polvo de vuestros pies. Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad’”.

COMENTARIO

Proclamar el Reino de los Cielos

La misión fundamental de todo apóstol de Dios y de todo hijo del Todopoderoso es anunciar que el Reino, la Vida eterna, ya es alcanzable. Con la venida al mundo, por primera vez, del Hijo de Dios, se abrió la puerta que lleva a ella. Y tal verdad debe ser proclamada.

Dar gratis lo recibido gratis

La voluntad expresa de Cristo es que aquello que se ha recibido se entregue sin esperar nada a cambio. Tal “dad gratis” supone, además de una obligación cristiana, una forma de agradecer al Padre el bien hecho a favor nuestro.


Aceptar a los enviados de Dios Padre

Lo que Dios hace por nosotros lo hace a través de aquellos que envía a transmitir la Buena Noticia. Aceptarlos o no, eso es cierto, es cosa de cada cual. Sin embargo, no aceptarlos es cerrar la puerta del corazón a lo que Dios quiere para nosotros.


JESÚS,  ayúdanos a aceptar la Palabra de Dios.


Eleuterio Fernández Guzmán

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