Jn 12,
24-26
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: ‘En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en
tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su
vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida
eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también
mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará’”.
COMENTARIO
Dejar de ser lo que éramos antes de
convertirnos o de darnos cuenta de la importancia de la fe que teníamos, es
fundamental para poder seguir a Cristo. Morir al pasado y abrir las puertas y
ventanas de nuestro corazón para que la luz de Dios entre en él es requisito necesario
y obligado que debemos cumplir. Perdemos, así, para ganar lo que de verdad
importa.
No debemos, como ya dice Cristo,
acumular en este mundo donde la polilla de la mundanidad lo corroe todo. Al
contrario, deberíamos tener en cuenta más el valor que tiene para nosotros la
vida futura, la eterna, y actuar en consecuencia.
Seguir a Cristo es servir a la Palabra
de Dios y tener presente la doctrina que el Mesías enseñó a lo largo de su vida
pública tal como la conocemos hoy día. Así se sirve a Jesucristo y así,
exactamente así, somos justos herederos del Reino de Dios.
JESÚS, conoces la importancia de
seguirte. Y no es por egoísmo tuyo sino porque conoces la voluntad de Dios y
quieres que todos nos acojamos a ella y la sigamos. Sin embargo, la fuerza del
mundo nos atrae, en demasiadas ocasiones, hacia abajo.
Eleuterio Fernández Guzmán
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