7 de octubre de 2021

Esclava del Señor

Lc 1,26-38


"Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y, entrando, le dijo: 'Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.' Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: 'No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.' María respondió al ángel: '¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?' El ángel le respondió: 'El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios.' Dijo María: 'He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.' Y el ángel, dejándola, se fue."



COMENTARIO

No podemos negar que el comienzo de este texto más que reconocido es más que prometedor: Dios envía al Ángel Gabriel. Y lo envía porque tiene una intención más que buena en su corazón: quiere encontrar una madre para su Hijo y, así, para sí mismo, por muy misterioso que eso nos pueda parecer pues lo es…

Ciertamente, aquella joven de Nazaret era poco conocida. Salvo en aquella aldea de Israel nadie salvo sus propios familiares y Dios mismo la conocían. Pero debía tener una vida de fe muy profunda para que el Todopoderoso la escogiese como Madre.

Es verdad que María podría haber dicho que no. Pero la cosa no resulta tan fácil de defender porque, primero, Dios nunca se equivoca y, segundo, porque aquella joven hacía mucho tiempo que se había entregado al Creador en cuerpo y alma.



JESÚS, gracias por escoger una Madre como María.

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