María, pequeño retoño de Dios
venido al mundo
para que el mundo se salve;
María, luz entre las luces
que Dios ha puesto,
salvadora de los hombres
y esperanza de una humanidad
cansada y tibia.
María, naces por Voluntad
del Padre,
Inmaculada, Virgen serás siempre
e intercesora de tus hijos
los hombres.
María, recordamos que tu corazón
diría sí, luego, años después.
Y así, en aquel momento,
Ana y Joaquín, tus padres del mundo,
supieron que Dios es grande
y es bueno.
María, recordamos tu nacimiento
y la venida al mundo
de la Mediadora.
María, ahora que hay quien no cree,
que hay quien blasfema,
que hay quien no ama a Dios, tu Padre y el nuestro,
María, decimos, pide al Creador
por aquellos que no aman, que blasfeman,
que no creen.
María, amada y anhelada María,
ahora naces para cada uno de nosotros
y nosotros te agradecemos que quisieras, luego,
que todos fuéramos hijos tuyos.
María, hoy naces y lo haces siempre,
en nuestro corazón, como otra Natividad,
la que Dios quiso que fuera, con la tu hijo,
ejemplo.
María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros.
Eleuterio Fernández Guzmán
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