15 de enero de 2019

Enseñar con la autoridad de Dios



Mc 1, 21b-28

21 Llegan a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. 22 Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 23 Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: 24 «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». 25 Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él». 26 Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. 27 Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen». 28 Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.

COMENTARIO

Que el Hijo de Dios enseñara con una autoridad no conocida hasta entonces no es nada extraño para nosotros que sabemos que era Él, precisamente, Quien había venido al mundo a anunciar la Buena Noticia. Por eso cuando, en la sinagoga se levanta y se pone a enseñar no lo hace como lo podría hacer otro judío cualquiera porque, sin duda, no era una persona cualquiera. Y echa un espíritu inmundo de una persona (todo un exorcismo, podríamos decir) porque no dejaba vivir a quien poseía. Y aquellos que eso veían no podían hacer otra cosa que admirar una forma de enseñar así y de actuar de tal manera.

JESÚS, gracias por cumplir con tu misión.

Eleuterio Fernández Guzmán

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