Lc 3, 15-16. 21-22
“15
Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones
acerca de Juan, si no sería él el Cristo; 16 respondió Juan a todos, diciendo:
‘Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno
de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y
fuego’.
21
Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús
y puesto en oración, se abrió el cielo, 22 y bajó sobre él el Espíritu Santo en
forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: ‘Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado’”.
COMENTARIO
Juan el Bautista sabía
más que bien que él no era el Mesías. Eso lo tenía muy bien asimilado y
aprendido. Y es que Quien lo había enviado a bautizar con agua (como dice él
mismo) le había dicho que haría lo propio con Su Enviado. Por eso sabe que el
Mesías, a diferencia de él, ha de bautizar con Espíritu Santo y fuego y eso va
mucho más allá porque supone una limpieza total del alma. Y todo eso se
confirma cuando, al ser bautizado el Hijo de Dios y salir del río Jordán donde
Juan le había aplicado el agua de su bautismo, es Dios mismo quien todo lo que
tiene que decir, dice. Y es que el Padre del Mesías quería dejar bien sentado y
claro, para que no nadie se llevara a engaño, que Aquel sobre quien se posaba
la paloma (símbolo del Espíritu Santo, entre otros) era su Hijo amado,
engendrado y no creado.
JESÚS,
gracias por aceptar
la misión que Dios te había encomendado.
Eleuterio Fernández
Guzmán
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