Mc 3,3
1-35
“En aquel tiempo, llegan la madre y los hermanos de Jesús, y quedándose
fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen:
‘¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan’. Él les
responde: ‘¿Quién es mi madre y mis hermanos?’. Y mirando en torno a los que
estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: ‘Éstos son mi madre y mis
hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi
madre’”.
COMENTARIO
No era extraño que María
fuera a buscar a Jesús. A lo mejor quería que descansara un poco de su
ministerio porque sabía que lo hacía con la voluntad de Dios apoyándolo. Por
eso podemos decir que no tenía tiempo ni para comer.
Van a buscarlo. Entonces
se produce una situación que no podemos extrañar que se la considere algo rara.
Pudiera dar la impresión de que Jesús está despreciando a su Madre, a su Santa
Madre. Pero, como es de imaginar, eso no puede ser así.
Jesús sabe que, incluso sobre
el vínculo de sangre está otro superior que nos relaciona con Dios, nuestro
Padre y Señor. Por eso conviene escuchar que nos dice que cumplir la voluntad
de Dios nos hace, de verdad, hermanos suyos.
JESÚS, ayúdanos a cumplir la voluntad de
Dios.
Eleuterio Fernández
Guzmán
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