Jn 16,5-11
“En aquel tiempo, Jesús habló así a sus
discípulos: ‘Pero ahora me voy a Aquel que me ha enviado, y ninguno de vosotros
me pregunta: ‘¿Adónde vas?’. Sino que por haberos dicho esto vuestros corazones
se han llenado de tristeza. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me
vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy,
os lo enviaré: y cuando Él venga, convencerá al mundo en lo referente al
pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo
referente al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia
porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el
Príncipe de este mundo está juzgado’”.
COMENTARIO
No hay que extrañarse de
que los discípulos de Jesús que andaban con él por los caminos se
entristecieran porque les dijera que debía morir. El caso es que Jesús les
recompensa con una verdad muy importante que tiene que ver con la tercera persona
de la Santísima Trinidad.
El Espíritu Santo lo iba
a enviar Cristo en cuanto subiera a la Casa del Padre. Antes de eso o, mejor,
para poder hacer eso, debía pasar por la muerte y una muerte de cruz. Pero la
venida del Espíritu Santo, como luego vino sobre ellos, supondría mucho para la
humanidad.
El Espíritu Santo no iba
a venir al mundo a pasar el rato. No. El Espíritu Santo Dios debía cumplir una
misión muy importante como era, por ejemplo, llevar al mundo por el camino
recto hacia el definitivo Reino de Dios. Los iba a convencer de la Verdad y de
todo aquello que no habían sido capaces de entender mientras Jesús se lo decía.
JESÚS,
ayúdanos a escuchar
las mociones del Espíritu Santo.
Eleuterio Fernández
Guzmán
No hay comentarios:
Publicar un comentario