Jn 21,3-14
“Simón Pedro les dice: ‘Voy a pescar’. Le contestan ellos: ‘También
nosotros vamos contigo’. Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no
pescaron nada.
Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Díceles Jesús: ‘Muchachos, ¿no tenéis pescado?’. Le contestaron: ‘No’. Él les dijo: ‘Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis’. La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces. El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: ‘Es el Señor’. Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se puso el vestido —pues estaba desnudo— y se lanzó al mar. Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos.
Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan. Díceles Jesús: ‘Traed algunos de los peces que acabáis de pescar’. Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: ‘Venid y comed’. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién eres tú?’, sabiendo que era el Señor. Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez. Ésta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos”.
COMENTARIO
Cuando Pedro dice “voy a
pescar” quiere decir más de lo que pudiera significar. Quiere decir, por
ejemplo, que han vuelto a la rutina y que nada parece que es ha afectado todo
lo que ha pasado con Jesús y con ellos mismos. Vuelven a lo mismo como hicieron
los discípulos de Emaus.
Jesús vuelve. Sabe que
necesita enseñar mucho aún. Por eso se presenta ante ellos para que vean que es
Él. Y Pedro se da cuenta de que se trata el Señor y se lanza al mar. Se
convierte, nuevamente, como hizo con la mirada de Jesús cuando, tras las
negaciones, lo perdonó.
Jesús hace cosas comunes:
come pan y pescado. Ellos se han de dar cuenta, al ser la tercera vez que lo
ven, que está allí porque debe estar y ellos, que fueron tan incrédulos como lo
fue Tomás, reconocen que todo ha de cambiar, que todo ha cambiado para ellos y
para el mundo.
JESÚS,
ayúdanos a
reconocerte.
Eleuterio Fernández
Guzmán
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