Lc 12,35-38
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: ‘Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como
hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto
llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al
venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la
mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la
tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!’”.
COMENTARIO
No sabemos cuando va a
volver Jesucristo para juzgar a vivos y a muertos pero sí estamos seguros de
que eso sucederá y se llevará a cabo. Quiere decir que también habrá personas
con vida cuando eso suceda. No lo sabemos y, por eso mismo, Jesús nos avisa de
qué es lo que tenemos que hacer al tal respecto.
Podemos optar por no
hacer nada, por no limpiar nuestra alma de las suciedades que la “adornan”. Es
una forma de actuar bastante ciega porque cuando venga el Juzgador Hijo de Dios
no tendremos escapatoria alguna y nada podremos hacer para defendernos de la
verdad.
Podemos, sin embargo,
tener en cuenta que ha de venir porque, además, sabemos que vendrá. Debemos,
entonces, prepararnos para tal fin y cuidar nuestra alma procurando limpiarla
en el Sacramento de la Reconciliación o Penitencia. Sólo así podremos ser
verdaderamente dichosos.
JESÚS, ayúdanos a darnos cuenta de la
necesidad de preparación que tenemos de cara a nuestro juicio particular.
Eleuterio Fernández
Guzmán
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