8 de enero de 2025

Los muchos prodigios de Cristo

 Mc 6, 45-52


"Después que los cinco mil hombres se saciaron, enseguida Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras Él despedía a la multitud. Una vez que los despidió, se retiró a la montaña para orar.

Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y Él permanecía solo en tierra. Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo.

Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero Él les habló enseguida y les dijo: “Tranquilícense, soy Yo; no teman”. Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó.

Así llegaron al colmo de su estupor, porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida."

COMENTARIO 

No podemos negar que la forma de actuar del Hijo de Dios en su primera venida al mundo sorprendió a muchos e, incluso, a los que más de cerca lo seguían porque no acababan de comprender que era Dios hecho hombre.

Todo aquello los sobrepasaba. Y es que ver como alimentaba a miles de personas partiendo prácticamente y, luego, verlo caminar sobre las aguas era algo que no podían comprender porque aún tenían los ojos velados y no entendían nada, así de simple. 

Lo dice bien este texto del Evangelio de San Marcos: "su mente estaba enceguecida" y, eso, en realidad, desaparecería muchos después...


JESÚS, gracias por ir abriendo, poco a poco, la mente de tus discípulos. 

Eleuterio Fernández Guzmán

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