10 de enero de 2025

Podía y quería hacerlo

Lc 5, 12-16


"Mientras Jesús estaba en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús, se postró ante Él y le rogó: 'Señor, si quieres, puedes purificarme'.
Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: 'Lo quiero, queda purificado'. Y al instante la lepra desapareció.

Él le ordenó que no se lo dijera a nadie, pero añadió: 'Ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio'.

Su fama se extendía cada vez más y acudían grandes multitudes para escucharlo y hacerse sanar de sus enfermedades. Pero Él se retiraba a lugares desiertos para orar."

COMENTARIO 

No debe extrañarnos nada de nada que la fama del Hijo de Dios se extendiera porque lo que hacía no era, digamos, nada normal sino algo extraordinario. Y ya podemos imaginar que, por mucho que quisiera que no se supiese lo que hacía era imposible que no se difundiera su fama de santidad. 

Este caso particular, el del leproso que confía en Cristo, muestra bien a las claras que poder, todo, que tenía Aquel que había sido enviado al mundo para que el mundo se salvase. Y quedó curado porque era imposible que así no fuera. 

Podemos ver, sin embargo, que el Hijo de Dios buscaba momentos de oración porque, de otra forma y según querían acercarse a Él todos los que querían acercarse, nunca podría haber orado...

JESÚS, gracias por ser bueno y misericordioso. 

Eleuterio Fernández Guzmán

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