11 de enero de 2025

El Mesías

Lc 3, 22-30


"Jesús fue con sus discípulos a Judea. Permaneció allí con ellos y bautizaba. Juan Bautista seguía bautizando en Enón, cerca de Salim, porque había mucha agua en ese lugar y la gente acudía para hacerse bautizar. Juan no había sido encarcelado todavía.

Se originó entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un judío, acerca de la purificación. Fueron a buscar a Juan y le dijeron: 'Maestro, el que estaba contigo al otro lado del Jordán y del que tú has dado testimonio, también bautiza y todos acuden a Él'.

Juan respondió:

'Nadie puede atribuirse nada que no haya recibido del cielo. Ustedes mismos son testigos de que he dicho: 'Yo no soy el Mesías, pero he sido enviado delante de Él'.

En las bodas, el que se casa es el esposo; pero el amigo del esposo, que está allí y lo escucha, se llena de alegría al oír su voz.

Por eso mi gozo es ahora perfecto. Es necesario que Él crezca y que yo disminuya”.  

COMENTARIO 

No es de extrañar que algunos le preguntaran a Juan por Aquel que, viéndolo con el Bautista, también estaba bautizando. Pero Juan sabía muy bien que él no era el Mesías y que sí lo era Jesucristo. 

La labor del Bautista era la de anunciar a Quien había venido para bautizar con fuego y Espíritu. Y eso es lo que hacía o lo que hizo hasta que la envidia hizo que lo encarcelaran y muriera de una forma tan terrible. 

Dice Juan que su gozo es perfecto. Y es que se había cumplido lo que le dijeron que debía cumplirse. Y por eso él, Juan, hizo de Zacarías y de Isabel, acabó por disminuir del todo para que creciera Aquel que había sido enviado al mundo para que el mundo se salvase. 


JESÚS, agradece a Juan, de nuestra parte, que cumpliera con su misión de forma tan perfecta. 

Eleuterio Fernández Guzmán

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