15 de marzo de 2021

Confiar en Cristo

Jn 4- 43-54

  

“43 Pasados los dos días, partió de allí para Galilea. 44 Pues Jesús mismo había afirmado que un profeta no goza de estima en su patria.

45 Cuando llegó, pues, a Galilea, los galileos le hicieron un buen recibimiento, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. 46 Volvió, pues, a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en

vino. Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. 47 Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue donde él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir.

 

48 Entonces Jesús le dijo: ‘Si no veis señales y prodigios, no creéis.’

49 Le dice el funcionario: ‘Señor, baja antes que se muera mi hijo.’ 50 Jesús le dice: ‘Vete, que tu hijo vive.’ Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. 51 Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. 52 El les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: ‘Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre.’’ 53 El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: ‘Tu hijo vive’, y creyó él y toda su familia. 54 Esta nueva señal, la segunda, la realizó Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.”

 

 

COMENTARIO

 

Se suele decir que la fe mueve montañas. Pues con no ser, eso, una montaña, el corazón del Hijo de Dios, lo bien cierto es que aquel día la confianza de aquel hombre movió el corazón de Jesucristo.

 

Si hay algo que desarma a Cristo es que alguien manifieste, a través de su palabra o de sus hechos, que tiene fe. Y eso es lo que hace aquel necesitado, no para sí, de la intervención del Maestro.

 

Jesús cura al hijo de aquel funcionario real no porque fuera un poderoso sino porque le había mostrado que confiaba de tal manera en su persona y en su acción que se dirigió directamente a él para que curase a su hijo. Y lo curó, por fe lo curó.

 

 

JESÚS,  ayúdanos a tener fe siempre y a no perderla nunca.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

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