11 de mayo de 2020

Gracias, otra vez, a Cristo


Jn 14, 27-31a

“’Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis oído que os he dicho: Me voy y volveré a vosotros. Si me amarais, os alegraríais de que me vaya al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder; pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado.’”


COMENTARIO

Ciertamente, así dicho, que alguien pudiese estar alegre sabiendo que su Maestro, Jesucristo, iba a marcharse a la Casa del Padre muriendo de una forma terrible, no era de lo más normal. Sin embargo, en materia de fe, de confianza en Aquel que había creado todo y todo mantenía y que había enviado a su Hijo al mundo para que el mundo se salvase, las cosas no son como lo son en materias ordinarias.

Jesucristo sabía que iba a morir pero que, luego, iba a resucitar. Y eso suponía que todo se iba a cumplir según estaba escrito. Y, además, cuando se marchara a la Casa del Padre iba a enviar al Paráclito, al Espíritu Santo, para que ayudase a caminar a sus discípulos hacia el definitivo Reino de Dios.

¿Había, pues, algo más que esperar?


JESÚS, gracias por todo lo que has hecho a lo largo de la historia de la salvación.  

Eleuterio Fernández Guzmán

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