11 de febrero de 2020

Una señal para la eternidad

Jn 2, 1-11

"1 A los tres días, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. 2 Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.

3 Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: 'No tienen vino'. 4 Jesús le dice: 'Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora'. 5 Su madre dice a los sirvientes: 'Haced lo que él os diga'. 6 Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. 7 Jesús les dice: 'Llenad las tinajas de agua'. Y las llenaron hasta arriba. 8 Entonces les dice: 'Sacad ahora y llevadlo al mayordomo'. Ellos se lo llevaron. 9 El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo 10 y le dijo: 'Todo el mundo pone primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora'.

11 Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él."

COMENTARIO

Es cierto y verdad que lo que sucedió en Caná de Galilea en aquella boda a la que fue invitado Jesús con su Madre y los pocos discípulos que entonces tenía es un texto bíblico que hemos leído y escuchado muchas veces. Sin embargo, cada lectura revela algo nuevo que vale la pena destacar y guardar en nuestro corazón porque, para eso, es Palabra de Dios.
Que el Hijo de Dios hiciera caso a su Madre cuando le dice que aún no ha llegado su hora o, lo que es lo mismo, el momento oportuno para manifestarse, supone mucho en lo tocante al amor que sentía Jesús por María. Y también supone que la Virgen María sabía más que bien que su hijo era el de Dios.
Lo que hace Jesucristo entonces supone la manifestación, primero, del poder de Dios y, a través del mismo y en segundo lugar, la suya propia. A lo mejor no había llegado el momento, como dice él mismo, pero había llegado el que su Madre quiso que llegara por una mera cuestión de amor y de misericordia hacia aquellos novios. Y eso pudo más que otra cosa en el corazón de Cristo.

JESÚS, gracias por ser un hijo tan bueno y obediente.

Eleuterio Fernández Guzmán

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